(ACIPrensa/InfoCatólica) El 22 de julio falleció a los 78 años la Hermana María Regina de los Santos Ángeles, quien fue la primera religiosa en unirse al monasterio de la Madre Angélica en Hanceville, Alabama, Estados Unidos.
Conocida en su vida anterior como Jo Ann Magro, tuvo un encuentro significativo con la Madre Angélica mientras estudiaba en la Secundaria John Carroll en Birmingham hace casi seis décadas, según una biografía proporcionada por el P. Joseph Wolfe, Misionero Franciscano de la Palabra Eterna y capellán de EWTN, quien compartió la historia con CNA, la agencia en inglés de EWTN News.
La primera discípula de la Madre Angélica encontró inspiración en la autobiografía de Santa Teresita de Lisieux, titulada «Historia de un Alma», para tomar la decisión de ingresar al monasterio de las Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua.
Regina, reconocida por su hermosa voz de mezzosoprano en el coro y su ingenio italiano, realizó su primera profesión de votos el 15 de octubre de 1967, según indica su biografía. Después del derrame cerebral de la Madre Angélica en 2001, Regina cuidó de ella todos los días de manera entregada.
La biografía relata: «Después del diagnóstico [de Regina] de cáncer de páncreas en el otoño de 2022, esta ‘pequeña semilla de mostaza’ de Nuestro Señor perseveró a través de muchos sufrimientos y luchó contra muchas pruebas con fe».
Y señala que falleció acompañada de sus hermanas y «regresó en paz al Señor Nuestro Salvador».
El padre Wolfe, quien conoció a Regina desde 1985, escribió cuando lo entrevistaron mediante correo electrónico: «Mientras la Madre y sus hermanas construían el monasterio en Irondale, una amiga la llevó allá [a Jo Ann Magro, de 16 años] donde conoció a la Madre por primera vez. En ese momento escuchó al Señor decir: ‘Ven’».
El padre Wolfe mencionó que Regina asistió a la ceremonia de dedicación del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles el 20 de mayo de 1962 y poco después, el 15 de agosto de 1964, ingresó al monasterio tras graduarse de la escuela secundaria.
Además, el primo de Regina, Steve Magro, recuerda que desde muy joven ella expresaba su vocación religiosa.
«La Hermana Regina nos dijo a cinco de nosotros los frailes cuando la visitamos unas semanas antes de su muerte que había recibido una gracia muy especial cuando era niña en su Primera Comunión en la iglesia católica de San Marcos, mostrándole cuál sería la misión de su vida», mencionó. «Ella nos dijo que el Señor le dijo que ella participaría en una gran misión de la Iglesia y que le daría gracias para ser parte de una misión para el mundo entero».
El día del funeral de Regina, el sacerdote que estuvo presente afirmó que «a la Hermana Regina se le dio una gracia especial de ver una llama que salió de esa primera antena parabólica —que sigue siendo la principal antena parabólica de EWTN— que se confirmó en una fotografía el día de su instalación».
«Cuando le pregunté al respecto, dijo que vio que esa llama envolvería al mundo entero y beneficiaría a muchas almas, que esta red glorificaría a Jesús, la Palabra Eterna», dijo durante la homilía. «La Hermana Regina estaba encantada de compartir el día con la Madre Angélica».
Antes de fallecer, la hermana Regina recibió una visita del padre Wolfe junto a sus compañeros frailes, quienes le pidieron algún consejo para ellos, a lo que ella respondió: «Puedes hacerlo mejor».
«Dijo que la Madre decía eso para motivarnos siempre a la santidad. Lo que me recuerda las palabras de San Francisco a los frailes en su muerte: ‘Hermanos, comencemos hoy, que hasta ahora hemos hecho muy poco’», agregó.
Sobre la fuerte batalla que atravesó contra el cáncer, el padre Wolfe asegura que Regina nunca perdió su alegría ni su actitud amigable, a pesar de todo el sufrimiento.
«Ella esperaba estar con Jesús para siempre», recuerda.
