(Quotidiano/InfoCatólica) Entrevista al prefecto electo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe:
¿Cómo promover la fe en un Occidente cada vez más indiferente a la religión?
Es una indiferencia relativa, porque siempre están surgiendo nuevas formas de religiosidad y espiritualidad. En un momento dado, cuando uno siente la asfixia de la superficialidad, vuelve a surgir la cuestión de la religión. Ese es el momento en que, si estamos atentos, podemos entablar un diálogo fructífero.
¿Sigue percibiendo en el mundo la necesidad de escuchar palabras de esperanza sobre el dolor, la muerte, la vida eterna, y sigue siendo capaz la Iglesia de abordar estas cuestiones, definidas en su día como «novísimos»?
Hoy todo es inmediato, urgente, por lo que es difícil que surja una propuesta de vida eterna. Sin embargo, ante el dolor, la muerte, el fracaso, el abandono, muchos empiezan a mirar el horizonte más amplio de la existencia. Forma parte de nuestro mensaje y no podemos dejar de hablar de la llamada a una vida plena e interminable en el abismo del amor divino. A veces este mensaje es ignorado, pero en otras circunstancias es escuchado.
¿Una comprensión más profunda de la doctrina pasa también por superar la homosexualidad como 'objetivamente desordenada', una definición del Catecismo que sigue hiriendo a quienes viven en una condición sexual no elegida y también a sus familias?
Este es un problema del lenguaje teológico, que a veces ignora el efecto que puede tener en el corazón de las personas, como si fuera indiferente al dolor que produce. Pero, como sabéis, no es el caso del Papa Francisco, que sin duda utilizaría un lenguaje distinto.
Bendecir a las parejas homosexuales es un sacrilegio para los círculos tradicionalistas. ¿Citan la Biblia con conocimiento de causa?
Hay textos bíblicos que no deben ser interpretados de manera 'material', no quiero decir 'literal'. La Iglesia ha comprendido desde hace tiempo la necesidad de una hermenéutica que los interprete en su contexto histórico. Esto no significa que pierdan su contenido, sino que no deben tomarse completamente al pie de la letra. De lo contrario, tendríamos que obedecer el mandato de San Pablo de que las mujeres se cubran la cabeza, por ejemplo.
¿Y qué le apetece decir a los católicos decepcionados por el estancamiento de la reflexión sobre el acceso de las mujeres al diaconado, aunque sea permanente, a pesar de un par de comisiones ad hoc creadas por el Papa?
Digo que no nos servirá de nada analizar este problema aisladamente. Lo que hay detrás y es mucho más profundo es el discurso sobre el poder en la Iglesia y el acceso de las mujeres a los lugares donde hay poder de decisión. Por eso es importante que las mujeres empiecen a votar en el Sínodo.
La posible ordenación de hombres casados, defendida por una gran mayoría en el Sínodo sobre la Amazonia, ¿desvirtúa la doctrina o es una hipótesis posible para la Iglesia?
Es una hipótesis posible, como de hecho ocurre en Oriente. Pero es una decisión prudencial que el Papa debe sopesar.
¿Qué espera del Sínodo de los Obispos de octubre?
A diferencia de otros Sínodos, en los que esperaba respuestas muy concretas, en este caso prefiero esperar a ver adónde nos quiere llevar el Espíritu.
¿Le han marcado las invectivas, también a nivel personal, que le han dirigido desde círculos tradicionalistas?
Me las esperaba, pero no son lo que más me preocupa. Hay otros ámbitos en los que se realizan operaciones para dañar la imagen de las personas, cuando no responden a sus intereses ideológicos y económicos. En estos casos, el mensaje social de Francisco molesta. No son precisamente sectores tradicionalistas.