(Diócesis de Zamora/Luis Santamaría) Como continuó diciendo el prelado zamorano, “los padres son los que legitiman vuestra presencia en las aulas y la Iglesia os propone para no defraudarles, para presentar el mensaje del evangelio en diálogo con la cultura, para proporcionar una educación integral que contemple la dimensión de la trascendencia, no sólo como una más, sino como la más importante del ser humano, ese humus sobre el que se construye la realidad personal y en el que encuentra alimento nuestra ansia de infinitud”.
Las palabras de Gregorio Martínez no sólo fueron de valoración de la asignatura de religión, sino también de reconocimiento a los docentes de esta materia: “En estos momentos estáis en la primera línea de la evangelización en circunstancias a veces comprometidas. No siempre son valorados suficientemente vuestros esfuerzos, pero sabéis que no estáis solos y desde ese convencimiento vuestra eficacia educativa se multiplica, contribuyendo a la consecución de una sociedad más sólida y humanizada”.
El obispo de Zamora concluyó su presentación señalando que “este III Congreso quiere ser un espacio para profundizar en el servicio que la Iglesia os ha pedido, para fortalecer vuestro ánimo, para celebrar que la fe sigue moviendo montañas. Aprovechadlo”.
En representación de la Junta de Castilla y León acudió el Viceconsejero de Educación, Fernando Sánchez Pascuala, que comenzó su intervención señalando que “la enseñanza religiosa escolar no es ningún problema”. Reconoció el importante papel histórico del cristianismo en este campo, pues “cuando no existía el sistema educativo español, ya existía la enseñanza de la Iglesia católica, sobre todo para personas que no podían permitirse pagar la educación”.
El viceconsejero fue más allá al afirmar que Europa está “edificada sobre valores cristianos”, a los que denominó en repetidas ocasiones “signos identitarios”. Y aludió, en clara referencia a la polémica sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre el crucifijo, a que “estos signos identitarios no deben destruirse”. Es más, la clase de religión “aporta valores morales que son indiscutibles con independencia de lo que uno crea”.
A continuación intervino Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, que comenzó destacando la importancia eclesial de este evento, que para él “se presenta, ya desde el primer momento, como uno de los grandes hechos que va a vivir la región durante el curso que acabamos de estrenar”. Al colectivo de los profesores de religión les repitió la necesidad de reunirse “para decirle a la sociedad, que tantas veces les ignora si no es que los margina, un valiente y decidido ‘aquí estamos’, porque tenemos mucho que aportar”.
El arzobispo burgalés afirmó que “la enseñanza de la religión católica sigue teniendo mucho que aportar a nuestra sociedad; más aún, a la sociedad nueva que está emergiendo y de la que queremos ser protagonistas y no meros comparsas”. De hecho, “la religión que nosotros enseñamos en la escuela es la misma que ha sido capaz de construir edificios tan extraordinarios como la Catedral de Burgos o la iglesia de San Ildefonso de Zamora, obras literarias tan importantes como El Quijote, esculturas de la categoría de las que desfilan en las procesiones semanasanteras de Valladolid y Zamora, Universidades como la de Salamanca o Colegiatas como la de San Isidoro de León, sin contar la entera ciudad de Segovia o las Catedrales del Burgo de Osma y Ávila”.
Gil Hellín también remarcó el núcleo de la propuesta que se hace en la clase de religión, y que es una referencia fundamental a “lo que está en la base de todo: el hombre como imagen de Dios”. Recordando una frase del filósofo Pascal, que afirmaba que “el hombre es mitad ángel y mitad bestia”, el arzobispo dijo que “el hombre se convertiría totalmente en bestia si dejara a un lado la dimensión religiosa y, en cierto modo, la cristiana”. Precisamente la enseñanza de la religión en la escuela “contribuye poderosamente a desarrollar esa dimensión religiosa y cristiana del hombre”.
El mensaje del pastor de la Diócesis de Burgos también fue de aliento a los docentes de religión “ante las dificultades intraescolares y extraescolares, ante los aparentes fracasos, ante las incomprensiones”. Se dirigió a ellos directamente a ellos para decirles: “muchísimas gracias por la trascendental aportación que estáis realizando a nuestras diócesis y a la sociedad castellanoleonesa”. Terminó haciendo un llamamiento a la responsabilidad, a seguir el lema del Congreso (otra forma de mirar) y mirar al futuro con esperanza.
No sólo asistieron estos prelados, sino otros venidos de las distintas diócesis de Castilla y León, como Camilo Lorenzo, obispo de Astorga, Atilano Rodríguez, de Ciudad Rodrigo, Ángel Rubio, de Segovia, Jesús García Burillo, de Ávila, Julián López, de León, Carlos López, de Salamanca.