(ACIPrensa/InfoCatólica) Al igual que de costumbre, el monseñor Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, en los últimos días publicó su carta semanal tocando un tema en particular con el fin de aconsejar y nutrir a todos sus fieles lectores de la Iglesia y a cualquier persona que reciba su contenido.
Su última carta fue acerca de la sexualidad, afirmando que la debemos vivir como un don de Dios puesto que «es buena» y «la castidad la hace preciosa», añadiendo que «vale la pena trabajar por el autodominio, por el respeto al otro».
Como ejemplo de ejercicio martirial de la castidad, el obispo sugiere tener en cuenta a San Pelagio, patrono del seminario diocesano.
San Pelagio fue sobrino de Hermoigio, Obispo de Tuy, en el noroeste de España. Después de haber sido capturado junto a su tío por las tropas de Abderramán III durante la batalla de Valdejunquera el año 920, permanecieron tres años completos en presidio.
El obispo Hermoigio fue liberado, pero Pelagio no. Al parecer, el Califa de Córdoba le ofreció grandes riquezas a Pelagio con la condición de que renunciara a su fe y mantuviera con él contactos sexuales.
San Pelagio rechazó todo este tipo de propuestas, y como castigo fue desmembrado y arrojado al río Guadalquivir en 925.
Es por esto que, explica el Obispo de Córdoba, San Pelagio es un ejemplo de ejercicio de la castidad, una virtud que «no ha estado nunca de moda y menos en nuestros días» y que «no es para el placer, sino para expresar el amor verdadero».
Asimismo, el obispo explica que la castidad se trata principalmente de «un don de Dios, pero desintegrada es una bomba que explota en manos del que abusa de ella», y considera que, siguiendo un camino de una «sexualidad mal empleada, vienen los abusos, las extorsiones, las explotaciones, las adicciones más escondidas y más destructivas».
Y concluye analizando que, a pesar de que la cultura occidental actual «se precia de haber superado tabúes y represiones», vivimos una época «en la que más que nunca se emplea la sexualidad no para el amor, sino para la destrucción propia y ajena».