(Agencias/InfoCatólica) El fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo (Francia), llegó después de que Soile Lautsi, una madre italiana residente en Abano Terme, reclamó en el 2002 al colegio público Vittorino da Feltre, al que acudían sus hijos, la retirada del crucifijo de las aulas por ser contrario al principio de laicismo en el que quería educarlos.
Antes de llegar a Estrasburgo, la demanda pasó por el Tribunal Constitucional italiano -que estableció que no tenía jurisdicción sobre el asunto-, por un tribunal administrativo y por el Consejo de Estado de Italia, que rechazó el caso. La cuestión llegó así a Estrasburgo, sede del Tribunal europeo, que falló en favor de que el crucifijo sea retirado de las aulas educativas.
El fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos establece que «la exhibición obligatoria del símbolo de una determinada confesión en instalaciones utilizadas por las autoridades públicas, y especialmente en aulas», restringe los derechos paternos a educar a los hijos en conformidad con sus convicciones.
El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, dijo que la "sentencia es totalmente inaceptable pues se sabe desde siempre que Italia es un país en el que la historia del cristianismo es su propia historia". El Gobierno italiano, que anunció que recurrirá la sentencia, atacó a la Corte por estar "impregnada de ideología" y ofender la historia y los símbolos de Italia.
"La presencia de crucifijos en los salones no significa una adhesión al catolicismo, sino que representa nuestra tradición", afirmó la ministra de Educación, Mariastella Gelmini. "Nadie, aún menos una corte europea impregnada de ideología, logrará arrancarnos nuestra identidad", agregó.
La prudencia mostrada por el nuevo líder del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, quien calificó el crucifijo en los salones de clase de "tradición inofensiva", demuestra que el principal movimiento de la oposición de izquierda evita lanzarse en una batalla abierta contra la Iglesia.
Reacciones en el Vaticano
En declaraciones sobre la sentencia de la Corte europea el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede P. Federico Lombardi expresó estupor y pesar al recordar que el crucifijo siempre ha sido un signo de la entrega del amor de Dios, y de unión y acogida para toda la humanidad. “Siento mucho que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad, porque no es éste el sentir de nuestra gente”, dijo padre Lombardi refiriéndose a la población italiana.
El prefecto de la Congregación para los obispos cardenal Giovanni Battista Re, como otros prelados, consideró que la sentencia no se corresponde con la realidad. “He recibido esta sentencia con dolor y con sorpresa, dijo el cardenal. Con dolor, porque se trata de una ofensa al símbolo de la religión de la mayoría de los europeos: católicos, ortodoxos, luteranos, anglicanos, calvinistas…la peculiaridad del cristiano, mejor dicho, la originalidad del cristianismo, se fundamenta en el Crucifijo. Con sorpresa también porque el Crucifijo es símbolo de valores que están en la base de la identidad europea. El cristianismo ha unido a Europa: esta sentencia, por suerte aún no definitiva, es una señal que va en sentido contrario porque no favorece la unión entre los europeos sino que la fragmentación entre ellos”.