(Voz de América/InfoCatólica) El purpurado, obispo auxiliar emérito de San Salvador, considera que «se ha levantado un muro» que ha enfriando las relaciones entre la Iglesia y el gobierno, «algo que nunca pasó antes», y tal distanciamiento ha llevado también a ataques directos a su persona, por señalar violaciones a derechos humanos y múltiples arbitrariedades con el estado de excepción de más de un año en el país. «Hay un régimen de terror», dijo.
«En anteriores gobiernos había un teléfono directo al que uno podía llamar y hablar con algunos funcionarios y hasta con el Presidente, o había un enlace con quién tomar contacto con el gobierno, hoy no hay nada de eso, ningún contacto ha habido desde que llegó el presidente Bukele al poder», dijo el cardenal en declaraciones recogidas en Panamá por la Agencia de Noticias del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM).
Según Rosa Chávez, desde las felicitaciones oficiales que hicieron a Bukele como Iglesia Católica salvadoreña después de su triunfo a inicios de 2019, a posteriori «no ha habido ningún contacto oficial», un fenómeno que a su criterio «llama muchísimo la atención en un país con tanta tradición, donde la Iglesia ha estado presente».
La política de seguridad pública del gobierno salvadoreño que promulgó desde marzo de 2022 el estado de excepción y los cambios en la ley para combatir a las pandillas habrían alejado aún más las posturas, según el prelado, quien indicó que el trabajo de la Iglesia con programas sociales para jóvenes en riesgo de comunidades empobrecidas «se ha detenido porque está totalmente criminalizado».
Rosa Chávez agregó que la pérdida de garantías en derechos fundamentales de los ciudadanos como la libertad de expresión, de organizarse y hasta tener un juicio justo «es algo peligrosísimo para los que tienen conciencia de lo que es la dignidad humana».
A ello se suma el linchamiento por múltiples plataformas y redes sociales a figuras de la vida pública del país que opinen en contra de esas políticas de Estado bajo el gobierno de Bukele, cuya maquinaria de propaganda -dice- «presenta una cara de país muy maravillosa», pero en el que, en la realidad, predomina a su criterio la exclusión, la extrema pobreza, y el temor de los salvadoreños.
El cardenal Rosa Chévez fue cercano al arzobispo Oscar Arnulfo Romero, asesinado en la antesala de la guerra civil salvadoreña en 1980, y canonizado en 2018. «Escogí lo que dice Romero: el pastor debe estar donde está el sufrimiento».
Durante el régimen de excepción el gobierno salvadoreño ha reconocido la captura de cerca de 70.000 salvadoreños que han sido procesos como miembros de pandillas, aunque a inicios de año liberó a unos 5.000 al no poder vincularlos con las estructuras de pandillas. Más de un centenar de personas detenidas han fallecido en manos del Estado por diferentes causas, según organizaciones defensoras de derechos humanos.
El presidente Bukele ha dicho a los salvadoreños que «estamos a punto de ganar la batalla más difícil, la guerra contra las pandillas», y ha justificado una y otra vez el estado e excepción con una prórroga más que vencerá a mediados de junio.
Nueva ofensiva contra las maras
De hecho, el gobierno de El Salvador anunció el pasado domingo que lanzará una nueva ofensiva contra las pandillas «para evitar cualquier intento de reagrupación».
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, tras reunirse con el gabinete de seguridad del país, indicó que esta medida se debe al intento por prevenir las posibles reagrupaciones de las pandillas «como estaba ocurriendo en Nueva Concepción, a pesar de estar «ganando decisivamente la guerra contra las pandillas»