(Vatican.news/InfoCatólica) En su alocución previa al rezo mariano, el Papa Francisco recordó la solemnidad de la Ascensión del Señor, una fiesta, dijo, que nos hace surgir dos preguntas:
«¿Por qué celebrar la partida de Jesús de la tierra? ¡Su despedida parecería un momento triste, no algo por lo que estar alegre! ¿Y por qué celebrar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace ahora Jesús en el cielo?»
Por qué celebramos
Explicando esta solemnidad, el Santo Padre, dijo que con la Ascensión sucedió algo nuevo y hermoso: Jesús ha llevado nuestra humanidad al cielo, nuestra carne al cielo, es decir a Dios. Esa humanidad, afirmó, que había tomado en la tierra, no se ha quedado aquí, Jesús después de ser Resucitado no era un Espíritu, no: tenía su cuerpo humano, la carne, los huesos, todo; y estará ahí para siempre.
«Desde el día de la Ascensión Dios mismo, podríamos decir, ha «cambiado»: ¡desde entonces ya no es solo espíritu, sino que por todo lo que nos ama lleva en sí nuestra misma carne, nuestra humanidad! El lugar que nos espera está indicado, nuestro destino está ahí. Así escribía un antiguo Padre en la fe: «¡Espléndida noticia! Aquel que se ha hecho hombre por nosotros […], para hacernos sus hermanos, se presenta como hombre delante del Padre, para llevar consigo a todos aquellos que están unidos a él» (S. Gregorio de Nisa, Discurso sobre la resurrección de Cristo, 1)».
Sobre la Ascensión de Jesús, Francisco dijo que hoy celebramos «la conquista del cielo»; Jesús volviendo al Padre, pero con nuestra humanidad. Así que el cielo ya es un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está allí, afirmó.
¿Qué hace Jesús en el cielo?
El Pontífice dijo a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, que Jesús está por nosotros delante del Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, las llagas que ha sufrido por nosotros;
«Me gusta pensar que Jesús, delante del Padre, reza así: haciéndole ver las heridas. Esto es lo que he sufrido por los hombres: ¡haz algo!. Le muestra el precio de la redención. El Padre se conmueve. Pero, piénsalo bien, así reza Jesús. Por eso no nos ha dejado solos».
De hecho, antes de ascender nos dijo, como dice el Evangelio hoy: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20). Está siempre con nosotros, está «siempre vivo para interceder» (Hb 7,25) a nuestro favor, para mostrar las llagas al Padre por nosotros. En una palabra, afirmó Francisco, intercede; está en el mejor «lugar», delante del Padre suyo y nuestro, para interceder por nosotros».
La intercesión es fundamental
«La intercesión de Jesús es fundamental, esta fe también nos ayuda: no perder la esperanza, no desanimarse. Ante el Padre hay alguien que le muestra las heridas e intercede por nosotros», señaló el Papa.