(KathPress/InfoCatólica) El Dr. John Bruchalski es un ginecólogo que solía practicar abortos. En una entrevista con Lila Rose, fundadora y presidenta de la organización provida Live Action, dio testimonio de su transformación en activista provida.
En aquel momento, dijo Bruchalski, llevaba una doble vida. Había vuelto a ir a la iglesia e incluso ayudaba a mujeres embarazadas que querían tener a sus bebés en un centro provida, dijo. Pero en su trabajo principal como ginecólogo en un hospital del estado norteamericano de Virginia, también practicaba abortos.
Un día tuvo dos pacientes que se encontraban en la misma fase del embarazo, 22 o 23 semanas. Una de ellas quería tener un hijo, la otra no. Había retrasado el nacimiento del primer bebé para que se desarrollara más en el útero y tuviera más posibilidades de sobrevivir tras el parto.
Con la otra paciente, practicó un aborto para eliminar el «feto no deseado». Pero el bebé nació vivo, informó Bruchalski. Lloraba, jadeaba y chirriaba, recuerda. Su primera reacción fue asfixiar al bebé para evitar posibles sufrimientos a la madre.
No lo hizo, pero pesó al bebé, que era más grande de lo que pensaba, y comprobó que pesaba 505 gramos. Eran cinco gramos más de los necesarios para ser considerado un ser humano ante la ley de Virginia.
La ley de Virginia exigía que en este caso se avisara a la unidad de cuidados intensivos neonatales para reanimar al bebé. Ya no se trataba de lo que la madre o él hubieran querido. Había que cumplir la ley, dijo Bruchalski.
El médico de neonatología se dio cuenta enseguida de la situación y se dijo: «Eh, Bruchalski, deja de tratar a tus pacientes como pequeños tumores».
Su reacción fue una llamada de atención para él, dijo Bruchalski. Aquel día dejó de practicar abortos. Dios cambió su vida, dijo, y él se arrepintió y se convirtió, fundando una organización que enseña al personal médico a trabajar en centros provida.