(ACIPrensa/InfoCatólica) El día de ayer, sábado 22 de abril, 5 sacerdotes mártires que fallecieron durante la llamada «semana sangrienta» el 26 de mayo de 1871, en Francia, fueron finalmente beatificados, en una celebración realizada en la Iglesia de San Sulpicio de París.
Los nuevos beatos pertenecían a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y sus nombres eran: Frézal Tardieu, Polycarpe Tuffier, Marcellin Rouchouze, Ladislas Radigue y el padre Henri Planchat del Instituto de San Vicente de Paúl.
Durante la Misa de beatificación, el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, quien presidió la celebración, dijo en su homilía que la «historia de dolor» de estos cinco mártires es una «historia de esperanza».
La tortura y sufrimiento del padre Planchat y los demás sacerdotes empezaron en la Semana Santa de 1871. El Jueves Santo, 6 de abril, arrestaron al padre Planchat y seis días después detuvieron a los otros sacerdotes.
El 26 de mayo, el mismo día que fueron ejecutados, un total de 50 prisioneros de la Comuna de París perdieron la vida, mientras que dos días después terminó la Comuna.
Durante el periodo del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, la ciudad de París estuvo gobernada por la Comuna de París, un movimiento político que se caracterizó por su marcado anticlericalismo.
Algunos historiadores han catalogado a la Comuna como la «primera dictadura del proletariado de la historia». Este movimiento se financió en gran parte mediante la expropiación de propiedades de la Iglesia. La Comuna dejó un saldo trágico de varios miles de muertos, según se registra en la historia.
Durante su sermón, el cardenal Semeraro recordó respecto a los beatos que «las circunstancias en las que se vieron envueltos y fueron víctimas (y obviamente no sólo ellos, sino varias decenas de personas más masacradas por la violenta locura de los revolucionarios) constituyen una historia enmarañada y compleja».
Todo esto resultó en «todo tipo de instancias, viejas y nuevas condiciones, ideologías sociales y sentimientos antirreligiosos, apelaciones a la verdad, pero también ríos de mentiras hasta formar una mezcla que envenena al hombre».
El cardenal considera que esta historia «se convierte también en una advertencia para hoy» y en una «historia de esperanza».
Asimismo, el purpurado citó una homilía del 14 de junio de 2008 del Papa Benedicto XVI, en la que destacó que, a pesar de que a veces el bien «puede parecer frustrado por el abuso y la astucia, en realidad sigue trabajando en silencio y discreción, dando frutos a largo plazo. Es la renovación social cristiana, basada en la transformación de las conciencias, en la formación moral, en la oración».
El P. Henri Planchat tenía 47 años al momento de su muerte y su labor pastoral se enfocaba en la evangelización del mundo obrero y la formación de niños que estaban próximos a recibir la Primera Comunión.
El P. Frézal Tardieu falleció con 56 años y se caracterizó por su profunda dedicación hacia los niños y los más necesitados. Siempre instaba a la gente a hablar con Dios a través de la oración diaria, en lugar de simplemente hablar sobre Él.
El P. Polycarpe Tuffier falleció a sus 64 años. De acuerdo con la información proporcionada por la Arquidiócesis de París, este sacerdote era muy querido por sus compañeros de prisión. Además, en el momento de su fallecimiento, ocupaba el cargo de procurador de la casa principal de su congregación.
El P. Marcellin Rouchouze murió a los 60 años. Siendo miembro de la orden religiosa, se consideraba indigno de ser sacerdote. Sin embargo, en el año 1852 decidió acudir a San Juan María Vianney en busca de consejo. El santo le dijo: «Hijo mío, debes convertirte en sacerdote, el buen Dios tiene planes para ti».
El P. Ladislas Radigue falleció a los 48 años mientras se encontraba preso. A pesar de su difícil situación, no dejó de brindar su servicio y dedicación a los demás, ofreciéndoles la confesión y la ayuda espiritual necesaria. Este servicio lo mantuvo hasta el día en que fue asesinado.