(Fides/InfoCatólica) El pasado viernes 31 de marzo se celebró una misa especial en Moscú, presidida por el padre Paul Pezzi, Arzobispo Metropolitano de la Madre de Dios, quien habló durante su homilía sobre la causa de beatificación del sacerdote Konstantin Budkiewicz y de otros fieles que fallecieron en nombre de Cristo durante la URSS.
Ya han pasado cien años exactos desde que el proceso en contra de la Iglesia Católica por parte del gobierno leninista comenzó en Moscú. Fue en 1922 que las autoridades gubernamentales iniciaron a confiscar a la Iglesia bienes eclesiásticos, solicitándoles una lista de los objetos que se llevarían de sus instalaciones.
De esta forma, el arzobispo de Mogilev del momento, el padre Jan Feliks Cieplak, envió un comunicado a todos los sacerdotes indicándoles que estaba prohibido entregar los inventarios que les solicitaban, puesto que la única autoridad que podía disponer de ellos cuando lo necesitara sería la Santa Sede.
El padre Edmund Walsh SJ, director de la misión pontificia de socorro en Rusia y máximo representante diplomático de la Santa Sede en la Unión Soviética, realizó un importante papel de mediador entre el gobierno leninista y la comunidad católica, sin embargo, el conflicto fue excesivamente grande, y no tuvieron paz pronto.
En el mismo año, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Gobernación de Petrogrado envió la orden de cerrar todas las iglesias católicas hasta concretar un acuerdo respecto a la redacción propuesta por el Comisariado del Pueblo para la Justicia; el 5 y 6 de diciembre, los lugares de culto fueron sellados.
Al siguiente año, 1923, se citó al obispo Cieplak y a otros 14 sacerdotes católicos al Tribunal Revolucionario Central de Moscú, donde fueron interrogados sin tener oportunidad a un abogado.
Entre ellos, se encontraban el exarca Leonid Fëdorov y Budkiewicz, quienes recibieron una condena a muerte por parte del juez. El resto de los sacerdotes, recibieron condenas de 5 a 10 años de prisión.
Evidentemente, este caso se hizo público, lo que generó una fuerte presión internacional, e intercambiaron la pena de muerte del arzobispo por 10 años de prisión. Sin embargo, el padre Budkiewicz sí fue ejecutado, el 31 de marzo de 1923, fecha que coincidió con el Sábado Santo.
Junto al sacerdote, se ejecutó a otro grupo de fieles, quienes serán recordados y conmemorados nuevamente por la comunidad católica del país.