Francisco: «Lo virtual no puede reemplazar lo real, ni las redes sociales pueden reemplazar lo social»

«Estamos en la tentación de lo virtual sobre lo real»

Francisco: «Lo virtual no puede reemplazar lo real, ni las redes sociales pueden reemplazar lo social»

Con motivo de la asamblea plenaria en curso, que se lleva a cabo en el Vaticano con el lema «Convergiendo en la persona. Tecnologías emergentes para el Bien Común», el papa Francisco recibió este lunes, 20 de febrero, a los miembros de la Academia Pontificia para la Vida.

(Aica/InfoCatólica) El Papa centró su reflexión en la relación entre la persona, las nuevas tecnologías y el bien común: «Es una frontera delicada donde se encuentran el progreso, la ética y la sociedad, y donde la fe, en su perdurable actualidad, puede hacer una contribución valiosa», explicó.

En este sentido, dijo, «la Iglesia no deja de alentar el progreso de la ciencia y la tecnología al servicio de la dignidad de la persona y para un desarrollo humano 'integral y solidario'».

Francisco señaló tres desafíos en particular: las condiciones cambiantes de la vida humana en el mundo tecnológico; el impacto de las nuevas tecnologías en la propia definición de «hombre» y «relación», con particular referencia a la condición de los más vulnerables; y el concepto de «conocimiento» y sus consecuencias.

Sobre el primer reto, el cambio de las condiciones de vida del hombre en el mundo tecnológico, Francisco destacó que es natural que «el ser humano actúe en el mundo de forma tecnológica, transformando el entorno y mejorando sus condiciones de vida». Benedicto XVI lo recordó, afirmando que la tecnología «responde a la vocación del trabajo humano» y que «en la tecnología, entendida como obra de su propio genio, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su humanidad».

Según Francisco, la tecnología nos ayuda a «comprender cada vez más el valor y el potencial de la inteligencia humana y, al mismo tiempo, nos habla de la gran responsabilidad que tenemos con la creación».

El pontífice subrayó que «en el pasado, la conexión entre las culturas, las actividades sociales y el medio ambiente era menos llamativa. Hoy, sin embargo, el rápido desarrollo de los medios tecnológicos hace más intensa y evidente la interdependencia entre el hombre y la ‘casa común’, como ya reconoció San Pablo VI en Populorum Progressio».

Efectivamente, la fuerza y la aceleración de los acontecimientos es tal, que produce mutaciones significativas tanto en el medio ambiente como en las condiciones de la vida humana, con efectos y desarrollos no siempre claros y predecibles. Varias crisis así lo demuestran, desde la pandemia hasta la crisis energética, desde la crisis climática hasta la migración, cuyas consecuencias se impactan unas a otras, ampliándose unas a otras. El desarrollo tecnológico saludable no puede ignorar estos complejos entretejidos.

Acerca del segundo desafío, el impacto de las nuevas tecnologías en la definición misma de «hombre» y «relación», con particular referencia a la condición de sujetos vulnerables, el papa subrayó que «es importante una seria reflexión sobre el valor del hombre».

«La tecnología no puede reemplazar el contacto humano, lo virtual no puede reemplazar lo real, ni las redes sociales pueden reemplazar lo social, estamos en la tentación de lo virtual sobre lo real: esta es una fea tentación», aseguró.

El obispo de Roma destacó «la urgencia de que la distribución de los recursos y el acceso a los cuidados beneficien a todos, de modo que se reduzcan las desigualdades y se garanticen los apoyos necesarios, especialmente para los más frágiles, como los discapacitados, los enfermos y los pobres».

Por eso es necesario monitorear la velocidad de las transformaciones, la interacción entre los cambios y la posibilidad de garantizar un equilibrio global, indicó. Lo que no quiere decir que este equilibrio sea el mismo en diferentes culturas, como parece presumir la perspectiva tecnológica cuando se impone como lengua y cultura universal y homogénea. El compromiso debe, por el contrario, «hacer que cada uno crezca con el estilo que le es propio, desarrollando su capacidad de innovar desde los valores de su propia cultura».

En cuanto al tercer desafío, la definición de «saber» y las consecuencias resultantes, Francisco dijo que «el conjunto de elementos considerados hasta ahora nos lleva a cuestionarnos sobre nuestras formas de conocer, conscientes de que el tipo de conocimiento que implementamos ya tiene moral».

Es paradójico, por ejemplo, referirse a tecnologías para potenciar las funciones biológicas de un sujeto, hablar de un hombre «aumentado» si se olvida que el cuerpo humano remite al bien integral de la persona y, por tanto, no puede ser identificado solo con el organismo biológico. Un enfoque erróneo en este campo, en efecto, no acaba en «aumentar» sino en «comprimir» al hombre.

La teología «puede contribuir -dijo el Papa- a la definición de un nuevo humanismo y favorecer la escucha recíproca y el entendimiento mutuo entre ciencia, tecnología y sociedad». Asimismo, Francisco instó a la Pontificia Academia a seguir considerando «la importancia de la contribución del diálogo entre las grandes tradiciones religiosas y de la sabiduría secular. La tarea que tienen es enorme», aseguró el pontífice, «pero el Señor, que ama la vida, no los abandona».

 

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