(InfoCatólica) La Conferencia Episcopal Uruguaya ha anunciado que la beatificación de monseñor Jacinto Vera, primer obispo del país, se llevará a cabo el próximo 6 de mayo en la ciudad de Montevideo.
Los obispos de Uruguay compartieron un comunicado de prensa este jueves 26 de enero en el que, además de anunciar la fecha de beatificación, han asegurado estar muy «llenos de alegría» por la noticia.
Contaron también que la ceremonia será presidida por el cardenal Paulo Cezar Costa, actual arzobispo de Brasilia, quien representará al Papa.
El pasado 17 de diciembre el Papa Francisco dio la aprobación a un milagro intercedido por Don Jacinto; gracias a ello, fijaron la fecha de su beatificación, al cual ubicaron el 6 de mayo por el día de su muerte, dada durante una misión apostólica en Pan de Azúcar.
Los obispos aseguran que el monseñor Vera «guió a nuestra Iglesia en tiempos difíciles, llevó la frescura de vida y de gracia del Evangelio a todos sin distinción. Al final de sus días, Don Jacinto cosechó una admiración unánime de la sociedad de su época, aún de sus mismos adversarios, como quedó plasmado en los homenajes tributados a su muerte».
Finalmente, aprovecharon el comunicado también para invitar a los fieles a prepararse para el evento, que será un «un acontecimiento memorable en la historia de nuestra Iglesia».
Monseñor Jacinto Vera
Respecto a la vida del monseñor Jacinto Vera podemos recordar varios puntos destacantes:
Su nacimiento fue el 3 de julio de 1813 cuando su madre se encontraba a bordo de un barco en el Océano Atlántico, pues su familia estaba en plena migración desde las Islas Canarias hasta Uruguay.
Dedicó la mayor parte de su juventud a las tareas rurales en Toledo y Maldonado, llegando a sentir el llamado al sacerdocio tan solo a los 19 años.
Se trasladó a la capital argentina para recibir su formación como cura y, el 6 de junio de 1841, ya estaba celebrando su primera misa.
Permaneció durante 17 años en la Villa de Guadalupe de Canelones, donde servía como párroco.
Fue nombrado vicario apostólico del Uruguay en el año 2859 y recibió la consagración episcopal en la Iglesia Matriz de Montevideo en el 1865.
Asimismo, tuvo la oportunidad de participar en el Concilio Vaticano I (1870) y ocho años después comenzó a ejercer como primer obispo de Montevideo.
Recorrió numerosos rincones del país llevando la Palabra de Dios a cada uno de ellos; su vida resaltó por haberse entregado a los pobres y enfermos con tanta austeridad y compromiso.
Demostrando gran fidelidad a su vocación sacerdotal, siempre fue un gran intermediario de paz y reconciliación.
El día de su fallecimiento llegó el 6 de mayo de 1881, en la ciudad de Pan de Azúcar, Uruguay, en medio de una misión.
El escritor uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, quien estuvo presente durante su sepelio, expresó lo que la comunidad sentía: «las lágrimas en este momento inundan mi alma y el alma del pueblo uruguayo, enlutado y consternado… ¡Padre! ¡Maestro! ¡Amigo! … Señores, hermanos, pueblo uruguayo: el santo ha muerto».