(Aica/InfoCatólica) El pasado mes de octubre, Mons. Laurent Ulrich, nuevo arzobispo de París, reunió a un comité artístico formado por representantes de la arquidiócesis, el Ministerio de Cultura, el organismo público responsable de la conservación y restauración de la catedral, y personalidades cualificadas en la materia de la planificación litúrgica y de la creación artística.
La primera decisión fue lanzar una convocatoria para la producción de muebles litúrgicos. Una solicitud lanzada a los artistas: «Será una oportunidad para abrirse a lo mejor del arte actual», expresó el padre Gilles Drouin, director del Instituto Superior de Liturgia del Instituto Católico de París (ICP), asesor del arzobispo de París, que sigue de cerca la marcha del expediente.
Nada se filtra de esta primera selección ni de todo el archivo puesto bajo la responsabilidad del obispo Olivier Ribadeau-Dumas, rector de Notre Dame. De las decenas de archivos presentados en un primer momento, el arzobispo de París podría retener, en los próximos días, entre cinco a siete candidatos, invitándolos a desarrollar sus proyectos que serán presentados antes de mayo de 2023.
El ganador se dará a conocer durante el verano europeo, dejando algo más de un año para la realización del mueble. «Esto incluirá los cinco elementos del altar, el ambón, la cátedra, el tabernáculo y el baptisterio, presentando un todo coherente», explicó el padre Drouin.
Involucrar más a los fieles en la celebración
Liturgista atento a la teología expresada por la disposición del espacio, Gilles Drouin insiste en la presencia de un baptisterio, a la entrada de la nave, aunque los visitantes y fieles entrarán en la catedral por la puerta central.
El desarrollo de Notre Dame es una etapa en el largo camino que permite asociar más al pueblo de los fieles a la celebración, uno de los pilares del Concilio Vaticano II:
«La Misa no es una representación teatral, con los sacerdotes en un escenario y espectadores ajenos al misterio eucarístico. Tenemos que encontrar cómo honrar la dimensión bautismal de todos, obispo, sacerdotes y fieles, para articular el coro y la nave».
Patrimonial, funcional, la disposición del espacio litúrgico tiene también una dimensión teológica. «Mientras reflexionamos sobre una Iglesia más sinodal, es importante que toda la Iglesia sea celebrante», insistió el sacerdote Drouin.
Después de un apasionado debate en torno a los bancos equipados con un sistema de iluminación, finalmente guardados, queda ordenar la nave. Está prevista la instalación de 1.500 sillas, cuyo diseño también se definirá previa consulta con los artistas. Sillas que, según el arzobispo de París, serán el signo de una comunidad reunida en un lugar ante todo religioso. «Lugar de celebración comunitaria, es fundamental que Notre Dame pueda ser también un lugar de oración individual, precisó el padre Drouin. Debemos pensar en la iglesia para la liturgia, pero también para la devoción y como lugar misionero y de catequesis».