(VaticanNews/InfoCatólica) El «libro naranja», como popularmente se le conoce en algunos sitios. «Exponer los contenidos de la fe de manera conforme a la verdad bíblica, a la genuina tradición de la Iglesia y, en particular, a las enseñanzas del Concilio Vaticano II», haciendo, «el esfuerzo de poner de relieve lo que en el anuncio cristiano es fundamental y esencial», «con el compromiso de volver a expresar, en un lenguaje más acorde con las necesidades del mundo actual, la perenne verdad católica». Así presentaba solemnemente San Juan Pablo II, el 7 de diciembre de 1992, el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, que cumple ahora, por tanto, 30 años.
La obra dirigida por el entonces cardenal Ratzinger
Los trabajos duraron seis años y fueron realizados por una Comisión de doce cardenales y obispos y un Comité de Redacción de siete obispos diocesanos expertos en teología y catequesis, dirigidos por el entonces Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Los prelados redactaron así, en consulta con obispos, teólogos y exegetas de todo el mundo, lo que hoy es el texto de referencia para la transmisión de la fe católica, dividido en tres partes: «La profesión de fe», «La celebración del misterio cristiano», «La vida en Cristo» y «La oración cristiana». «Un don veraz», «profundamente enraizado en el pasado» de la Sagrada Escritura y de la tradición apostólica, dijo San Juan Pablo II, pero también «orientado hacia el futuro» y para todos, «porque interpela al Señor de todo, Jesucristo».
El proceso de publicación
La idea de establecer un «punto de referencia» para el anuncio catequético nació en 1985, a petición de los Padres sinodales recibidos por el Papa con motivo del vigésimo aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II. Al año siguiente, en 1986, se iniciaron los trabajos del Comité y de la Comisión, con el texto aprobado por san Juan Pablo II el 25 de junio de 1992, promulgado en la constitución Fidei depositum del 11 de octubre siguiente y publicado definitivamente en la carta apostólica Laetamur Magnopere el 15 de agosto de 1992.
La fe como respuesta significativa a la experiencia humana
Veinticinco años después de la Fidei depositum, el 11 de octubre de 2017, el Papa Francisco recordó la importancia del Catecismo, fruto del Concilio y de la voluntad de Juan XXIII por su capacidad de «presentar en un lenguaje renovado la belleza de su fe en Jesucristo». «Un instrumento importante no sólo porque presenta a los creyentes la enseñanza de todos los tiempos para que puedan crecer en la comprensión de la fe, sino también y sobre todo porque pretende acercar a nuestros contemporáneos, con sus nuevos y diferentes problemas, a la Iglesia, comprometida en presentar la fe como la respuesta significativa para la existencia humana en este momento histórico concreto».
30 años después en pleno cuestionamiento por los de siempre
Como ocurrió en los primeros días del postconcilio, numerosos puntos del Catecismo referentes a la fe y la moral siguen cuestionados e ignorados por representantes de la teología progresista, especialmente en el ámbito jesuita y germano, que es uno de los grandes vectores que ha provocado la actual secularización y desfiguración de las enseñanzas de la Iglesia.
No se deja títere con cabeza, la existencia del Infierno o del Demonio, los Sacramentos o, especialmente, los puntos del catecismo referentes a la homosexualidad, que en la actualidad parece que son el próximo caballo de batalla a batir.
El bodevil del Camino sinodal alemán o de las propuestas sinodales de alguna conferencia episcopal ponen de manifiesto la animadversión a que haya un depósito de la fe fijado.