(Interfax/InfoCatólica) El Patriarcado de Moscú considera que la intención de las autoridades ucranianas de prohibir las organizaciones religiosas vinculadas a Rusia se dirige a la parte más vulnerable de la población de Ucrania.
«Los dirigentes ucranianos están dispuestos a actuar contra su propia población, y la más indefensa e inobjetable, los creyentes y el clero de la mayor y única (*) Iglesia Ortodoxa canónica de Ucrania», declaró el viernes en Telegram el portavoz de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Vladimir Legoyda.
Se comenta así un decreto del presidente de Ucrania, Vladimir Zelenski, que abriría el camino a la prohibición total de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana (IOU).
El proyecto no sólo atenta contra la libertad religiosa, sino que también indica la «pérdida de restos de sentido común», dado que la UOC siempre ha apoyado a su pueblo y al Estado ucraniano de todas las maneras posibles, llamando siempre a la paz y rezando por ella, dijo Legoyda.
El Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania pretende que el proyecto de ley se ajuste al derecho internacional en el ámbito de la libertad de conciencia y a las obligaciones de Ucrania como miembro del Consejo de Europa, pero «¿cómo se llevará a cabo esta tarea, si la violación de la libertad de conciencia es el objetivo y la esencia de este proyecto de ley, sigue siendo un misterio?», preguntó Legoyda, al tiempo que mostró su preocupación por «los juegos políticos que utilizan como moneda de cambio a la gente inocente: los creyentes de a pie y los humildes y honestos sacerdotes de la Iglesia ortodoxa ucraniana, cuya única culpa es mantener la fe de sus padres».
Precisamente este acoso a los ortodoxos fieles a Moscú podría estar detrás de la detención de dos sacerdotes católicos redentoristas, que diversas fuentes han señalado que es una represalia del gobierno de Putin.
Si el factor religioso se convierte en un arma de guerra, las consecuencias pueden ser catastróficas para el cristianismo en Ucrania.
(*) A día de hoy existe un cisma entre el Patriarcado de Constantinopa y el de Moscú por el reconocimiento canónico por parte del primero de la iglesia autocéfala ucraniana, que a su vez es un cisma de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana dependiente, al menos hasta antes de la guerra, de Moscú.