(InfoCatólica) El Pontífice indica que «el método de esta Conferencia es en sí mismo significativo e importante, a saber, la apuesta por el diálogo, la confrontación y la reflexión común, en la búsqueda de soluciones o incluso de simples enfoques coordinados hacia lo que son -y no pueden dejar de ser- los intereses comunes de los pueblos que, en la diversidad de sus respectivas culturas, se enfrentan al mare nostrum».
El Papa asegura que «el Mediterráneo, de hecho, tiene el gran potencial de conectar tres continentes: una conexión que históricamente, también a través de la migración, ha sido muy fructífera».
Y al mismo tiempo lamenta que «debemos constatar que ese mismo mar, hoy en día, lucha por ser vivido como un lugar de encuentro, de intercambio, de compartir y de colaboración» y propone «retomar la cultura del encuentro de la que tanto nos hemos beneficiado, y no sólo en el pasado. Así podremos reconstruir el sentido de la fraternidad, desarrollando no sólo relaciones económicas más justas, sino también relaciones más humanas, incluso con los inmigrantes».
El Obispo de Roma se refiere igualmente a «la incapacidad de encontrar soluciones comunes a la movilidad humana en la región, que sigue provocando pérdidas de vidas inaceptables y casi siempre evitables, especialmente en el Mediterráneo. La migración es esencial para el bienestar de esta zona y no puede detenerse. Por tanto, a todas las partes les interesa encontrar una solución inclusiva y beneficiosa para todos que garantice tanto la dignidad humana como la prosperidad compartida».
Guerra en Ucrania
El Papa advierte de las consecuencias de la guerra en Ucrania y la crisis climática:
« el conflicto ucraniano está teniendo enormes repercusiones en los países del norte de África, que dependen en un 80% del grano procedente de Ucrania o Rusia. Esta crisis nos insta a considerar toda la situación desde una perspectiva global, al igual que los efectos son globales. Por lo tanto, al igual que no es posible pensar en abordar la crisis energética aislada de la crisis política, no es posible al mismo tiempo resolver la crisis alimentaria aislada de la persistencia de los conflictos, o la crisis climática sin tener en cuenta el problema de la migración, o el alivio de las economías más frágiles, o incluso la protección de las libertades fundamentales».
Y pretende que su habitual tesis sobre el grito de la tierra tiene algo que ver con lo que dice San Pablo en la epístola de Romanos:
«Todos debemos ser cada vez más conscientes de que el grito de nuestro maltratado planeta es inseparable del grito de la humanidad que sufre. A este respecto, resuenan hasta hoy las palabras de San Pablo en su Carta a los Romanos, de hace unos dos mil años, en la que presenta el destino común de la humanidad y de la creación, que -dice el Apóstol- alimenta la esperanza de que también ella será liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios, por la que toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta ahora (cf. 8,21-22)».