(Vatican.news/InfoCatólcia) El pasado martes explotó un misil en territorio polaco cercano a la frontera con Ucrania. La posibilidad de que fuera de origen ruso, algo que finalmente parece descartarse, abría la puerta a un enfrentamiento abierto entre Rusia y la OTAN, organización militar de la que forma parte Polonia. Eso implicaría una tercera guerra mundial, con altas posibilidades de que fuera atómica y por tanto muy destructiva.
En su texto, la COMECE dice:
«Expresamos nuestra profunda preocupación por los últimos acontecimientos en Ucrania y Polonia. Desde el comienzo de la agresión militar rusa contra Ucrania, el mundo entero ha estado conteniendo la respiración, temiendo un gran conflicto global».
El riesgo de consecuencias incontrolables
La declaración constata que, aunque todavía se está investigando, el incidente ocurrido el 15 de noviembre en territorio polaco en la frontera con Ucrania «es un recordatorio más de cómo esta guerra conlleva el riesgo de consecuencias incontrolables y catastróficas para toda la humanidad».
«Tras los recientes brutales ataques de Rusia contra ciudades e infraestructuras civiles en Ucrania -en flagrante violación del derecho internacional-, y el incidente en Polonia, deseamos ofrecer nuestras oraciones por las víctimas y nuestras condolencias a sus familias. También queremos ofrecer nuestra cercanía a las personas de Ucrania que se han quedado sin acceso a los servicios básicos, incluidos el agua y la electricidad».
Trabajar enérgicamente por la desescalada
«¿Qué más debe ocurrir para que finalmente se ponga fin a esta locura de la guerra?» Es la pregunta planteada por la COMECE, a la que sigue una exhortación:
«Instamos a todas las partes a que trabajen enérgicamente en pro de la desescalada, y a la Unión Europea, en particular, a que intensifique sus esfuerzos diplomáticos y continúe su compromiso activo para detener esta espiral de violencia».
Detención inmediata de las hostilidades
Finalmente, la Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea se une a los «numerosos llamamientos hechos por el Papa Francisco y la Santa Sede, así como por todas las personas de buena voluntad en todo el mundo» y reitera su llamamiento «a las autoridades rusas para que suspendan inmediatamente las hostilidades, y a todas las partes para que se abran, con la ayuda de la comunidad internacional, a la negociación de «serias propuestas» para una paz justa, para trabajar hacia una solución del conflicto, que respete el derecho internacional y la integridad territorial de Ucrania.