(Asia News/InfoCatólica) En este momento reina en Hong Kong una gran «confusión sobre lo que se puede decir y lo que no se puede decir» y esta ambigüedad, sumada a la forma en que las autoridades vinculadas a Beijing utilizan la ley de seguridad nacional, es un obstáculo para aquellos que trabajar para cerrar las heridas de la sociedad, explicó el obispo de Hong Kong, Mons. Stephen Chow Sau-yan, en una entrevista concedida a una publicación de los alumnos del Colegio Jesuita Wah Yan, en Kowloon.
El obispo fue rector de esa institución antes de ser llamado hace un año por el Papa Francisco para encabezar la diócesis. El diálogo toca muchos temas, entre ellos los efectos de la controvertida ley impuesta por Beijing en junio de 2020 contra la «secesión, el terrorismo y la colusión con fuerzas extranjeras», y fue reproducido por el South China Morning Post, el principal diario de Hong Kong.
«La dificultad que plantea la ley de seguridad nacional - afirma en la entrevista Mons. Chow- radica en no saber dónde está la línea roja. Los educadores, los trabajadores sociales e incluso los profesionales del derecho deben hacer frente a múltiples obstáculos. Los expertos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley pueden tener una interpretación diferente de la misma. Mientras que todos deberían tener claro dónde están los límites, para saber cómo expresarse».
Con respecto a la foma como la represión que siguió a las protestas de 2019 contra el gobierno ha dividido a la misma comunidad católica de Hong Kong, el obispo pide a todos que se involucren personalmente en la reconciliación de una sociedad profundamente herida. El arzobispo Chow alenta a los hongkoneses a no darse por vencidos y tampoco ser demasiado críticos: «Sentémonos y esperemos a que se levanten las nubes. Este es un momento para discernir más que para actuar».
Dice que la Iglesia Católica no se ha quedado «de brazos cruzados» después de las tensiones sociales y la introducción de la ley de seguridad nacional. Sus instituciones y miembros han aumentado el apoyo a los jóvenes que están en la cárcel, brindándoles educación y rehabilitación. El obispo invita a la paciencia para curar las heridas de la confrontación política y la profunda desconfianza en la sociedad y exhortó a todos a cambiar su actitud hacia los demás: «La crisis más grave de Hong Kong es que cada grupo piensa solo en sus propios intereses», comentó, y agregó que esto puede llevar a algunos a ignorar la frustración de los jóvenes. Por el contrario -añadió- es necesario que «cada uno de nosotros escuche y se comunique con el otro».
A la pregunta sobre las relaciones con Beijing y la renovación del Acuerdo con la Santa Sede sobre el nombramiento de obispos, Mons. Chow dice que esperaba poder visitar a los obispos de China continental y establecer vínculos con ellos, recordando que Juan Pablo II le encomendó a Hong Kong la tarea de conectar a la comunidad católica china con la Iglesia universal. «Esperamos tener más oportunidades para hablar y escucharnos. Preocuparnos demasiado por el lavado de cerebro implicaría suponer que no tenemos cerebro», comentó.
En la entrevista Mons. Chow también retoma el tema del proyecto de la primera universidad católica de Hong Kong que, antes de ser obispo y como superior de los jesuitas, había intentado dar a luz en Fanling, en una zona cercana a la frontera con el continente. Sin embargo, las autoridades locales le negaron el permiso, oficialmente por motivos urbanísticos. El obispo explica que la diócesis no ha abandonado la idea y tiene la intención de transformar el Instituto de Educación Superior de Caritas -un colllege en Tseung Kwan O- en una universidad privada que tomaría el nombre de Saint Francis University.
Por último, cuando le señalan que el actual jefe del ejecutivo de Hong Kong, John Lee Ka-chiu, es un exalumno de Wah Yan, el obispo revela que habían acordado reunirse, pero tuvo que cancelar el encuentro porque en septiembre, cuando estaba en Roma, él contrajo Covid-19. «Espero que John Lee haya asimilado el espíritu y la amplitud de miras de Wah Yan -añade-. Comprendo que se encuentra sometido a mucha presión política, pero es bueno que esté dispuesto a establecer una comunicación».
Al parecer, en toda la entrevista no se habla para nada de la situación del cardenal Zen, obispo emérito de la diócesis china.