(Fides/InfoCatólica) «Esta masacre refleja lo que ha estado sucediendo en nuestra diócesis desde octubre de 2014 hasta hoy: las ADF atacan y matan a las poblaciones, quemando casas, medios de transporte en las carreteras y mercancías», recuerda el padre Rukwata. Los asaltantes «tomaron el control de la pequeña comisaría, incendiaron la farmacia y luego se dirigieron al Centro de Salud de Maboya, un centro sanitario perteneciente a la Oficina Diocesana de Obras Sanitarias (BDOM) que está gestionada por las Pequeñas Hermanas de la Presentación de Notre Dame au Temple (PSP), una congregación diocesana». «Llegaron allí, prendieron fuego al centro de salud, saquearon la farmacia y dispararon a la hermana Marie-Sylvie Kavuke Vakatsuraki, la doctora encargada del centro, que se preparaba para operar a una mujer por cesárea. La religiosa fue asesinada y quemada en el incendio del hospital: sólo se encontraron sus huesos calcinados. Otras seis personas más murieron en el ataque».
«Desde 2014, esta situación ha causado hasta la fecha más de diez mil muertes en la región y en nuestra diócesis, sin que se haya encontrado aún una solución», afirma el padre Rukwata. «No es un conflicto tribal: no hay ninguna comunidad que luche contra otra», señala el sacerdote. «Es un grupo terrorista llamado ADF (Alianza de Fuerzas Democráticas), unido al Nalu (Ejército Nacional para la Liberación de Uganda), que ataca a poblaciones pacíficas para matarlas. No es un movimiento congoleño: viene de Uganda y se ha refugiado en territorio congoleño, para intentar recuperar el poder que ha perdido en su propio país». En la RDC, sin embargo, la ADF/NALU puede haberse convertido en un actor de una estrategia para alejar a la «gente de sus tierras con el terror: la gente ya no tiene acceso a sus campos, cuando su actividad principal es la agricultura y la ganadería, antes que el comercio. Huyendo de estas atrocidades, la gente abandona su pueblo, sus campos, y viene a refugiarse en contextos que consideran más seguros: las grandes aglomeraciones, como las ciudades de Oicha, Beni y Butembo».
«Sin embargo - añade el sacerdote - hay que tener en cuenta que también existe otra dinámica en la región: se trata del conflicto de la población conocida como ‘banyabwisha’, que va desde el pequeño norte hasta el gran norte de nuestra provincia. Se trata de poblaciones ruandesas hutus que emigran a las regiones donde se cometen estas atrocidades». «Así que, tras un análisis, que aún no es definitivo, pensamos que si existiesen vínculos entre Banyabwisha y las ADF, la situación de inseguridad podría remontar al régimen ruandés: Podría ser que el movimiento esté apoyado por Ruanda. Esta hipótesis es seria y merece un análisis en profundidad, sobre todo porque Ruanda nunca ha dejado de intentar extender su expansión económica y política hacia el este de la República Democrática del Congo», afirma el responsable de Justicia y Paz, que añade: «La tímida actitud de la comunidad internacional nos deja un tanto escépticos y perplejos. Uno se pregunta: ¿no podrían los acontecimientos que están ocurriendo aquí estar también relacionados con el descubrimiento de las riquezas de esta región, especialmente el petróleo? ¿No se estará masacrando a la gente para para asustar a la población y que deje la zona libre y disponible para la explotación del petróleo? Son preguntas, hipótesis que nos planteamos».