(GaudiumPress/InfoCatólica) En su comentario de la reciente Carta Apostólica del Papa Francisco «Desiderio desideravi» (He deseado ardientemente), sobre la formación litúrgica, el obispo de Fort-de-France, territorio francés en la isla de Martinica, Mons. David Macaire, se lamenta acerca de la «desacralización de la liturgia» en muchas celebraciones católicas.
Respecto a las ceremonias fúnebres en honor de la difunta reina Isabel II de Inglaterra, estas hicieron soñar al obispo: «¡Soñé que Nuestro Señor también merecía, en nuestras celebraciones litúrgicas, una devoción similar y mucho más!».
«Me impresionó el pomposo cuadro que rodeó el funeral de la Reina de Inglaterra. Sin exaltar los efectos, el ceremonial logró trascender las emociones a través de una coreografía sobria, a la vez suntuosa y humilde, perfectamente ordenada. El hecho de prestar atención a cada detalle, a cada gesto, a cada movimiento, testimoniaba, más que gritos y lágrimas, ¡amor y respeto! Los cantos religiosos invitaban a la oración y a la profundización».
Estableciendo una comparación con ciertas celebraciones litúrgicas católicas, el obispo opina: «Para un buen católico, es algo casi banal poder, todos los domingos, e incluso todos los días, acercarse al Cuerpo y la Sangre de Aquel que los profetas, desde Abraham, quisieron ver». Más aún el prelado se lamenta que «en las comuniones falta la piedad, incluso el respeto».
Mientras que los obispos ingleses animan a los fieles a hacer de la misa el centro de sus vidas post-pandemia el prelado subraya: «mezclamos la Eucaristía con todo tipo de manifestaciones, como si fuera necesario “dar sabor”: bailes y diseños de los niños de catequesis, ceremonias de homenaje a personas, discursos sociopolíticos o teológicos, matrimonios en los que los invitados no son cristianos…»
Citando al Papa Francisco, afirma expresamente: «Estamos desacralizando la liturgia porque confundimos la sencillez con la vulgar banalidad» («Desiderio desideravi», 22). Introduciendo en el ritual «danzas, vibraciones, emociones, percusiones agresivas…».
Monseñor Macaire finaliza haciendo la petición, con el Papa Francisco, de que «se cuiden todos los aspectos de la celebración (espacio, tiempo, gestos, palabras, objetos, ropa, canto, música,…) y se respeten todas las rúbricas: esta atención bastaría para no privar a la asamblea de lo que le corresponde, es decir, el misterio pascual celebrado en la modalidad ritual establecida por la Iglesia» («Desiderio desideravi», 23).