(Arch Burgos/InfoCatólica) Con el título «Iglesia en estado de misión», don Mario Iceta Gavicagogeascoa repasa algunos aspectos de la vida social y eclesial que le «interpelan de modo particular» y que «constituyen una llamada del Espíritu a nuestra Iglesia burgalesa».
La misiva, dirigida a todo el Pueblo de Dios que camina en Burgos, se convierte así en una exhortación a «ponernos manos a la obra con convencimiento, audacia y pasión» para llevar adelante la tarea evangelizadora en una época de «desierto espiritual» que ha modificado la sociedad y que provoca que «no podamos seguir con los mismos esquemas mentales y consiguientes modos de actuar» del «siempre se ha hecho así».
El arzobispo expone una radiografía social (nn. 9-18) en la que la práctica religiosa disminuye, en la que nacen nuevas formas de «antiteísmo beligerante» en medio de una pluralidad religiosa y en la que la «crisis de verdad» ha desembocado en «el relativismo, el pensamiento débil o la proliferación de ideologías y populismos» de tono individualista y consumista que desembocan en una nueva concepción antropológica y que hablan de «un cambio de época».
Ante esta nueva sociedad, el arzobispo habla de una «llamada ineludible y urgente a la evangelización», «sin excusas ni justificaciones» para «despertar en nuestros conciudadanos el deseo del Dios vivo y verdadero inscrito en el corazón humano». Para ello, y siguiendo algunas directrices del documento final de la Asamblea Diocesana, fija su atención en la necesidad de una evangelización «de persona a persona», sin olvidar aspectos básicos como la mejora de la comunicación y la transparencia, la necesidad de generar una «cultura cristiana en diálogo con diversas corrientes de pensamiento», establecer estrategias comunes entre «familias, parroquias, centros educativos y espacios de ocio y tiempo libre», una especial atención a las familias, jóvenes y adolescentes y atender los diversos ámbitos de pobreza y exclusión, entre otros.
Para ello urge una «espiritualidad recia» que ponga en el centro la eucaristía y el sacramento de la reconciliación, la oración asidua y de calidad, la formación espiritual y litúrgica y la atención a la piedad popular. Todo ello para lograr una «conversión personal» y comunitaria, con «líderes laicos» y «comunidades creativas» que trabajen de forma conjunta, en sinodalidad y corresponsabilidad.
La carta pastoral puede leerse de forma íntegra pulsando aquí.