(Fides/Infocatólica) La campaña terrorista en el distrito sur de la provincia de Cabo Delgado y en el distrito norte de la provincia de Nampula comenzó el 29 de agosto. Entre esta fecha y el 7 de septiembre, se registraron cuatro asaltos en Ancuabe y Chure (Cabo Delgado) y cuatro en los distritos de Memba (al que pertenece la misión de Chipene) y Erati (Nampula). Los terroristas atacaron a civiles indefensos que trabajaban en sus campos, decapitándolos, con la clara intención de sembrar el terror entre la población residente.
Objetivo conseguido porque según ha informado a la Agencia Fides Su Exc. Mons. Inacio Saure, Arzobispo de Nampula «la población está desorientada y sufre mucho porque vive en la incertidumbre y no sabe qué hacer, muchos huyen pero no saben a dónde ir».
El objetivo de los yihadistas parece ser aliviar la presión ejercida por las fuerzas mozambiqueñas y sus aliados (principalmente los militares enviados desde Ruanda) en los distritos del norte de Cabo Delgado; al ampliar la zona del conflicto, los insurgentes esperan obligar a los militares regulares a dispersar sus fuerzas.
Actualmente, las autoridades mozambiqueñas parecen preferir defender los distritos de Palma y Mocimboa da Praia, donde se concentran los yacimientos de gas y petróleo del país. No es casualidad que la Unión Europea (que ve a Mozambique como un importante proveedor de hidrocarburos en el futuro) haya anunciado una nueva ayuda militar al país.
Sin embargo, al abandonar los demás distritos del norte de Mozambique a los insurgentes, se corre el riesgo de que al menos una parte de la población se incline hacia el lado de los insurgentes yihadistas, con graves consecuencias para la estabilidad de toda la zona.