(Project Veritas/InfoCatólica) El Proyecto Veritas, una iniciativa norteamericana fundada por James O’Keefe, se ha especializado en sacar a la luz comportamientos vergonzosos de grupos abortistas o progresistas, mediante conversaciones grabadas secretamente en vídeo. Uno de los casos más conocidos fue el de una serie de vídeos que mostraban lo que hacía Planned Parenthood con los trozos de los niños abortados.
El último vídeo publicado es el de una conversación con Jeremy Boland, el Subdirector del Colegio de Educación Primaria de Cos Cob (Connecticut). En el vídeo, el Subdirector habla sobre la forma en que gestiona la contratación de profesores para asegurarse de que sean progresistas y eduquen a los niños en los principios del progresismo.
Una de las admisiones más llamativas que realiza Boland es que nunca contrata a profesores que sean católicos. En su opinión, los católicos suelen ser más conservadores, no están abiertos a que los niños cambien de género y es «como si les hubieran lavado el cerebro»
Subdirector: No soy un gran experto en religión, pero los protestantes de esta zona son probablemente los más progresistas. En cambio, si son católicos… conservadores.
Periodista de Veritas: Entonces, ¿qué hace con los católicos? Si descubre que alguien es católico, ¿qué hace?
Subdirector: No los contratas.
Periodista de Veritas: Entonces, ¿contrataría a un católico en algún caso?
Subdirector: No, no quiero hacerlo… Porque, si a alguien le han educado para ser muy católico, es como si le hubieran lavado el cerebro. No puedes hacer que cambie de mentalidad. Cuando les pides que consideren algo nuevo, como una nueva oportunidad o «tienes que pensar sobre esto de otra manera», están paralizados, son rígidos.
Uno de los temas más importantes sobre el que interrogaba a los aspirantes era el de la transexualidad. Boland afirmó que cualquier profesor que no quisiera reconocer las preferencias de género de los niños sobraba en su colegio. En este sentido, afirmó que «si tienes a alguien que es muy religioso o muy conservador, probablemente dirá algo negativo como ‘no creo que los niños tengan suficiente criterio para tomar esa decisión a esa edad». En ese caso, «estás fuera, no hay nada que hacer».
Otro tema polémico era el de los derechos de los padres. Si un aspirante se ponía de parte de los padres en un escenario hipotético, «les dejas que se expliquen y luego pasas a la siguiente pregunta», pero el resultado es que «no consiguen el trabajo».
El Subdirector de este colegio público de educación primaria reveló también que discriminaba a las personas que no fueran muy jóvenes, por ser más conservadoras: «Necesito personas más jóvenes […] Pero, si tienen más años, no me permiten, no puedo decirles ‘no te entrevisto porque eres más viejo’. Simplemente, no les entrevisto. Para un puesto, creo que teníamos treinta solicitantes. De todos ellos, creo que no entrevisté a nadie que tuviera más de treinta años… Porque, a veces, cuanto más viejo te haces, más tienes tu forma de hacer las cosas, más conservador vas siendo».
Asimismo, explicó que el ideal eran «los profesores más progresistas» que «tienen más habilidad para transmitir el mensaje del Partido Demócrata sin necesidad de mencionar nunca la política». Sin necesidad de afirmarlo expresamente, esos profesores convierten «la forma progresista o Demócrata de hacer cada cosa» en la norma. «Así es como actuamos. Es sutil […] Así es como te sales con la tuya» y sin consecuencias, siempre que no se les diga nunca a los padres que es una cuestión política.
Por el contrario, hablando de una profesora «conservadora y con su forma de hacer las cosas» que ya trabajaba en el colegio, explicó que «nunca podré echarla y nunca podré cambiarla». En esos casos, explicó que lo único que podía hacer era «marcar la diferencia con el próximo profesor que contrate».
La ley del Estado de Connecticut prohíbe específicamente las prácticas de contratación discriminatorias, en particular por razones de raza, color, religión, edad, sexo y expresión o identidad de género.
Quizá el aspecto más preocupante del caso particular de este colegio público de Connecticut sea que podría tratarse de la punta del iceberg. No es fácil saber exactamente en qué medida está generalizada esta «persecución blanda» contra los católicos y todo aquel que no se pliegue a las ideologías progresistas en las instituciones públicas, pero parece indudable que existe.