(Agencias/InfoCatólica) Mons. Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa (norte), fue acusado el viernes pasado por la Policía Nacional de intentar «organizar grupos violentos», supuestamente «con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales», y desde el jueves se encuentra retenido junto a cinco sacerdotes y seis laicos en el Palacio Episcopal, que está sitiado por fuerzas especiales policiales.
«Al escalar la campaña represiva (contra la Iglesia católica y en particular al alto jerarca), Ortega persigue el objetivo de llegar a una negociación con el Vaticano o con la Conferencia Episcopal de Nicaragua que culmine con el exilio del obispo Rolando Álvarez, como sucedió con el obispo Silvio Báez» en 2019, anotó el analista, que fue asesor de Ortega durante el primer Gobierno sandinista (1979-1990).
«La otra posibilidad sería expulsarlo del país como hicieron con el obispo Pablo Vega, en 1986, suspendiéndole el derecho a permanecer en el país», indicó Vargas, actualmente distanciado de Ortega y exiliado, en un escrito publicado en sus redes sociales.
Amedrentar a seguidores de obispo
«La tercera posibilidad es que comiencen a citar a la Policía a los ciudadanos/ciudadanas que se han manifestado en apoyo al obispo Álvarez para amedrentarlos/atemorizarnos con el objetivo evitar que las protestas (a favor) se propaguen», continuó.
A su juicio, el temor de Ortega con el jerarca se basa en que el 22 de julio pasado hubo una procesión multitudinaria del Divino Niño en Matagalpa, «en donde participaron diez veces más de personas que las que participaron en la marcha que organizó el régimen del 19 julio» en ocasión del 43 aniversario de la revolución sandinista.
Según el sociólogo, autor de 35 libros, la apuesta de Ortega «es frenar el avance del descontento social antes de que tenga un efecto dominó en su base social, que se disparó como respuesta al conflicto político desde el 2018».
Ortega tilda de «terroristas» a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional con el que se buscaba una salida pacífica a la crisis que vive el país desde abril de 2018.
Nicaragua vive una crisis política y social desde abril de 2018, que se ha acentuado tras las controvertidas elecciones de noviembre pasado en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.