(Ecclesia/InfoCatólica) Después de varios días de largas jornadas de actividades y mucha oración, finalmente concluye la Peregrinación Europea de Jóvenes 2022 con la celebración de una Eucaristía especial de cierre presidida por el enviado especial del Papa Francisco, quien invita a los jóvenes a seguir practicando «la cultura del encuentro» y «el cuidado del prójimo».
Eucaristía de clausura de la peregrinación europea de jóvenes #PEJ22. Misa para los 12.000 peregrinos en el Monte de Gozo. pic.twitter.com/AVhTKJprJI
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Más de 12.000 jóvenes participaron en dicha peregrinación y, a pesar del agotamiento, no se perdieron la misa final, la cual se realizó a horas de la mañana en el Monte del Gozo. Asimismo, en la celebración también se encontraron presentes más de 60 obispos españoles.
Respecto al largo camino y a las innumerables experiencias que vivieron los jóvenes, el cardenal Antonio Marto, enviado particularmente por el Santo Padre, les comentó durante su homilía: «habéis vivido una serie de bellos y enriquecedores encuentros y experiencias. Su belleza y riqueza no son solo para vosotros, sino para que lo comuniquéis a los demás».
El cardenal Marto hizo énfasis en que dicha celebración no era tan solo de clausura y acción de gracias, sino principalmente de envío, pues «el Señor Jesús os envía con las mismas palabras de la convocatoria: “Joven, levántate y sé testigo”. Sigamos, pues, meditando sobre el tema del testimonio, dejándonos inspirar por las lecturas de la Palabra proclamada. Centrémonos en tres aspectos: el testimonio de vida nueva con Jesucristo, de la fraternidad y de la alegría del Evangelio».
A punto de terminar la #PEJ desde el #MonteDoGozo el enviado especial de @Pontifex_es preside la Eucaristía de Clausura #EnPrimeraPersona
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Asimismo, el prelado añade que, dentro de las circunstancias que se viven en el presente, «es necesario volver a este primer anuncio con la misma frescura, entusiasmo y valentía de los apóstoles» pues, en caso de no ser así, «corremos el riesgo de reducirlo a un admirable fenómeno del pasado, que cada año se aleja más de nosotros; o a un mero asentimiento a una verdad teórica del credo, pero que no toca el corazón y la vida; o incluso a algo futuro relativo al último día, al día definitivo en la eternidad».
«Sin la resurrección, Jesús sería sólo un personaje del pasado, que dijo e hizo cosas buenas, bellas y maravillosas como nadie; el cual nos dejó una maravillosa doctrina y ejemplo, reglas de buena conducta y nada más. Simplemente un gran héroe para ser recordado y admirado en la galería de un museo. Pero, -continúa y cuestiona el cardenal Marto- ¿qué impacto tiene la resurrección de Jesús en nuestras vidas? ¿Qué es lo que dice de nuevo, positivo, hermoso y emocionante para nuestras vidas de jóvenes en este tiempo?».
Misa de clausura de la #PEJ22 el Monte del Gozo pic.twitter.com/FfutxaUjMq
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Entonces, reforzando esta enseñanza y complementando el mensaje, transmite la respuesta del Papa Francisco, quien afirma: «Cristo, nuestra esperanza, está vivo y es la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, está contigo y nunca se va. Por muy lejos que te vayas, a tu lado está el Resucitado que continuamente te llama y te espera para empezar de nuevo. Cuando te sientas viejo por tristezas, miedos, dudas y fracasos, Él está ahí para devolverte fuerza y esperanza».
Jesús nos abre nuevas puertas y oportunidades de acercarnos a Él, guiadas por la lógica del amor y el servicio. «Es una auténtica revolución frente a los criterios humanos de egoísmo y ambición de poder y dominación: la revolución de la fraternidad que parte del amor fraterno para englobar la cultura del cuidado mutuo, la cultura del encuentro que tiende puentes, derriba muros de división y acorta distancias entre personas, culturas y pueblos».
Comienza la Misa de clausura de la #PEJ22 preside el legado pontificio Card. Marto pic.twitter.com/ttGWLaGOXW
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Asimismo, citando a San Carlos de Foucauld, el cardenal recuerda a los jóvenes que Jesucristo «no pretendía convertir a los demás, sino a vivir el amor gratuito de Dios a través de la bondad: Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos e idólatras, a que me consideren su hermano, el hermano universal».
«Como cristianos, no podemos ocultar que, si la música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, perderemos la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en el hecho de saberse siempre perdonado y enviado», les recalca.
Es por esto que, si la melodía del Evangelio dejara de sentirse «en nuestros hogares, en nuestras plazas, en nuestros trabajos, en la política y en la economía, habremos extinguido la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de cada hombre y mujer, y la casa común que nos concierne a todos».
Si el Evangelio dejara de escucharse, «habremos perdido los sonidos que llevarán nuestra vida al cielo, atrincherándonos en uno de los peores males de nuestro tiempo: la soledad y el aislamiento, la enfermedad que les llega a los que no tienen ningún vínculo y que se encuentra también en los ancianos abandonados a su suerte, así como en los jóvenes sin referentes ni oportunidades de futuro».
En su conclusión, ha querido animar y alentar a los jóvenes, afirmando: «Si has perdido tu vigor interior, tus sueños, tu entusiasmo y tu generosidad, Jesús se te presenta como se presentó ante el hijo muerto de la viuda de Naín, y con todo su poder de Resucitado, te dice: “Joven, yo te lo ordeno, levántate”».
«Queridos jóvenes, cada uno de vosotros puede responder a esta palabra de Jesús y comprometerse de todo corazón en la construcción de un mundo más verdadero y más hermoso para todos; donde todos somos hermanos en la fe y en la vida; donde nadie se salva solo; donde nadie queda atrás, olvidado, ignorado, abandonado; donde la paz prevalece sobre la guerra; donde la vida brota y es respetada de manera absoluta desde la concepción hasta la muerte; donde la Casa Común es realmente un lugar hermoso para todos», finaliza el cardenal Antonio Marto, llenando de aliento a los jóvenes en la despedida.