(VaticanNews/InfoCatólica) Según un comunicado emitido por las Fuerzas de Defensa de Ruanda esta semana, 600 rehenes fueron liberados en una ofensiva llevada a cabo por las tres fuerzas armadas que operan en la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado. Las fuerzas conjuntas destruyeron bases terroristas en el bosque de Catupa, al noreste del distrito de Macomia.
Los militantes afiliados al Estado Islámico que operan en la zona son conocidos como IS-Mozambique (IS-Moz).
«Los grupos terroristas de IS-Moz se han visto obligados a huir hacia las localidades de Nkoe y Nguida en el mismo distrito. Siguen siendo perseguidos por las fuerzas conjuntas», se lee en el comunicado de Ruanda.
Inseguridad en las principales carreteras de Cabo Delgado
Sin embargo, las formaciones rebeldes siguen amenazando a los habitantes y a los automovilistas de la zona y creando inseguridad en las principales carreteras.
El 1 de agosto, los terroristas atacaron una columna de vehículos de la zona de Oasse que circulaba por el tramo entre Nova Zambézia y Vida Nova. El convoy viajaba sin la escolta militar que habitualmente proporcionan las Fuerzas de Defensa y Seguridad del país (FDS). El ataque terrorista se saldó con la muerte de uno de los conductores de los vehículos.
En las semanas comprendidas entre el 1 de junio y el 21 de julio se registraron cerca de cien ataques rebeldes, casi dos por día. El número de desplazados que han huido de sus hogares a causa de la guerra asciende ahora a 946.508 personas. La cifra representa un aumento de 161 944 desde febrero de este año. De ellos, 83 983 personas huyeron de los ataques en los distritos de Ancuabe y Chiure en junio, cuando la guerra se extendió hacia el sur, lo que provocó un empeoramiento de la situación humanitaria en el sur de Cabo Delgado.
El IS-Moz quiere ser visto como la punta de lanza de un conflicto religioso
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 138.231 desplazados internos regresaron a sus pueblos liberados por las fuerzas conjuntas, a pesar de la frágil situación de seguridad.
La propaganda del Estado Islámico en Mozambique insiste en convertir la insurgencia en un conflicto religioso. Tras el asalto del 26 de julio a la aldea de Nangade, el IS-Moz reivindicó la responsabilidad, afirmando que «decapitaron a tres cristianos».