(Zenit/InfoCatólica) Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció encontrarse en el proceso de actualización de su manual acerca de la «transversalidad de género», partiendo de que «la identidad de género existe en un continuo y que el sexo no se limita a masculino o femenino».
La OMS afirma estar renovándolo a la «luz de nueva evidencia científica y progreso conceptual sobre género, salud y desarrollo».
Asimismo, el manual será actualizado en trabajo en equipo con el Instituto Internacional de la Universidad de las Naciones Unidas para Salud Global, y se abrirá un período de recepción de comentarios y aportaciones durante todos los meses del verano y otoño del 2022.
Según la descripción del proyecto que ha compartido la OMS, gran parte de los temas controversiales ya se han ejecutado, entre ellos, un segmento acerca de la «interseccionalidad» entre diversos tipos de identidades según las dinámicas de poder; todo esto parte de estudios feministas marxistas.
De igual forma, aunque estos cambios hayan nacido de diferentes debates y adaptaciones, no parecen estar abiertos a discusión sobre su determinada idea de «ir más allá de planteamientos binarios al género y la salud para reconocer la diversidad de género y sexual».
Debido a que son temas más inclinados a temas políticos que científicos o médicos, las decisiones parten de procesos políticos realizados externos a la estructura democrática. La mayoría de sus ideas nacen de grupos activistas y «expertos» en derechos humanos sin grandes responsabilidades que, usualmente, son cercanos a estos grupos y que, a la vez, son financiados por algunos pocos países ricos con mucha potencia o filántropos multimillonarios.
La OMS se ha politizado de forma acelerada en los últimos años, esto se puede apreciar en la drástica actualización que dieron sobre el aborto, en la que exigen la supresión de todos los obstáculos que se puedan presentar para acceder a la realización de este proceso (incluida la objeción de conciencia). De igual forma que con la renovación actual, la financiación de estas actualizaciones fue aportada por grupos proaborto.
Otra de las renovaciones de ámbitos políticos más recientes de la OMS fue su manual acerca del «transexualismo», en el cual ya no se expresan de este estado como un trastorno de la salud mental, sino como un estado de «incongruencia de género» dentro de su nueva sección: la salud sexual.
Esta renovación partió de la fuerte presión que ejercían diversos activistas transgéneros que no se sentían cómodos siento catalogados como «trastornados» y que, a su vez, deseaban recibir diagnósticos para poder realizarse tratamientos hormonales y cirugías cuyos gastos sean cubiertos por compañías de seguros o su respectivo sistema nacional de salud a costa de los impuestos de los contribuyentes.