(Fides/InfoCatólica) Los cristianos iraquíes representan una comunidad autóctona, presente en la tierra de Mesopotamia mucho antes del nacimiento del Islam. Ellos, con dedicación y creatividad, han contribuido de manera decisiva a la civilización original que se desarrolló en la región, y es una ofensa a la humanidad y también a la inteligencia la definición que los tacha de «infieles» y «politeístas», definición que también se puede encontrar en textos y plataformas digitales del Sistema Educativo Nacional.
Así lo ha señalado el cardenal iraquí Louis Raphael Sako en un extenso análisis centrado en los problemas y las oportunidades que caracterizan la vida cotidiana de las comunidades cristianas iraquíes en la fase histórica actual.
El texto del Patriarca es su contribución para iniciar una discusión con los exponentes y representantes de las otras estructuras eclesiales locales, en vista de una posible conferencia dedicada a las emergencias que crean tensión en la vida de las comunidades cristianas en Oriente Medio y ponen en peligro su presencia milenaria en esa región del mundo.
En su aportación al debate, el Patriarca reitera que «desde la caída del régimen anterior, en abril de 2003, la vida política normal en Irak aún no ha visto la luz, dados los continuos fracasos de los gobiernos para lograr lo que el pueblo necesita». El primado de la Iglesia caldea también critica que la Constitución cite únicamente al Islam como fuente de legislación, proporcionando la base legal para prácticas políticas y sociales que inevitablemente acaban discriminando a los cristianos y a los miembros de otras comunidades religiosas como «ciudadanos de segunda clase».
La mentalidad que pretende imponer una religión a las conciencias - señala el cardenal Sako - no favorece el respeto, «la convivencia y la tolerancia». El Patriarca reconoce que en épocas pasadas incluso el cristianismo ha pagado su peaje por esa mentalidad, y añade que ahora cualquier discurso que incite a la discriminación, la exclusión y el odio entre los ciudadanos por razones de sectarismo religioso «debe ser condenado legalmente».
En este sentido, el Patriarca también critica la concepción que identifica a las distintas comunidades religiosas como «componentes» separados de la sociedad iraquí, una concepción que «alimenta las identidades tribales y sectarias, y no ayuda a establecer un Estado-nación moderno», basado en los principios de ciudadanía e igualdad de derechos. «Los cristianos», insiste el Patriarca Sako, «son iraquíes nativos y no una comunidad de otro país. Son los habitantes de esta tierra, por lo que no es aceptable calificarlos de minoría».
El Patriarca lanza también una crítica a los llamados «partidos cristianos», las pequeñas siglas políticas iraquíes creadas por cristianos individuales y grupos bautizados que aspiran a presentarse como proyecciones políticas de las comunidades cristianas locales. «Estos partidos», escribe el cardenal Sako, sólo sirven para fomentar los nacionalismos regionales. En consecuencia, no han logrado ni en el centro ni en las distintas zonas regionales, desempeñar un verdadero papel como instrumentos para fomentar la cohesión entre los distintos grupos cristianos y encontrar un nombre unificado en el que converger, jugando como un solo equipo al servicio del bien de los cristianos y de todo el país».