(InfoCatólica) En su carta pastoral el Obispo de Córdoba (España), monseñor Demetrio Fernández nos explica porque mañana domingo 3 de abril, se celebra el «Domingo de Pasión» y nos invita a comprender porque es importante prepararnos para recibir la gracia del perdón de Dios.
En el evangelio de mañana escucharemos el episodio donde Jesús perdona a la mujer adúltera, pero hay quienes intentan acusarle.
«Impresiona la soberanía de Jesús. Es dueño de la situación desde una perspectiva totalmente distinta a la que presentan los acusadores. El no acusa, él acoge y escucha. Pone ante la verdad a todos los que acuden a él: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. La acusación se vuelve contra los acusadores.
Vemos los defectos y los pecados de los demás con toda facilidad; nos cuesta, sin embargo, ver los nuestros, por eso que Jesús nos pone en la verdad: no acuses a otro, con pretexto de disimular tus pecados, sino contempla a Jesús que perdona, y al empaparte de su misericordia, aflorarán tus pecados con la paz del que se siente perdonado.
Jesús ha venido a perdonar a todo el que se deje amar con ese otro amor que procede del corazón de Cristo, el propósito de no pecar más no se basa en una decisión voluntarista del penitente, sino en el recuerdo de un amor más grande, que ha sido tan bueno conmigo.
Acerquémonos a la misericordia en estos días especiales, para recibirla en abundancia y no volver a pecar».
Monseñor Fernández en la celebración dominical, procederá a bendecir la capilla y consagrará el altar nuevo en la Residencia San Gabriel del Seminario Los Ángeles en Hornachuelos, en Córdoba, que acoge a quienes han cumplido su condena, pero necesitan un lugar para comenzar a rehacer su vida.
«Es un paso importante en la rehabilitación de este lugar, que se va convirtiendo cada día más en un lugar de misericordia” e indicó que consagrar el altar y bendecir la capilla restaurada “es poner al servicio de los que están y de los que vendrán en adelante la fuente misma de la misericordia, Cristo sacramentado, Cristo perdonador, Cristo que sana nuestras heridas.
Allí son acogidos, como acogió Jesús, sin acusar ni echar en cara nada a nadie. Si nos encontramos con alguna debilidad o con algún pecado nos sirve para recordar los nuestros y pedir perdón por los del mundo entero. La fuente de esa misericordia es Jesucristo».
De esta manera, el obispo da testimonio de los frutos del amor de Cristo en la vida de los cristianos: «sólo el amor es capaz de sanar las heridas del corazón humano, y este lugar quiere ser una sucursal de la misericordia cristiana».