(CopeReligión/InfoCatólica) Según el cardenal, tal como recoge la Instrucción presentada el martes, a los profesores de «nuestras escuelas» se les pide algo más, «no pueden ser simplemente funcionarios». «La identidad no es una noción defensiva, –ha indicado– sino propositiva, en el sentido de que tenemos unos valores que proponemos y no imponemos a nadie, también porque no somos nosotros los que elegimos a los alumnos en los colegios, sino que son los alumnos y las familias los que eligen nuestros colegios.
Cristo, modelo
Además, indicando que se mira a Cristo que es quien «hizo escuela», ha puesto sobre la mesa la dinámica de Jesús «saliendo a la calle, encontrándose con la gente, reuniendo a todos, incluso a los que pensaban diferente».
Por eso, el documento quiere formar «comunidades en las que siempre haya atención a las personas, respeto especialmente a los más débiles, y en las que circule el testimonio del amor, que es la característica principal de la Iglesia católica».
Preguntado por los valores de una escuela católica, el cardenal Versaldi ha destacado la seriedad, la disciplina, la investigación, la profesionalidad, y sobre todo un clima de caridad y respeto.
«El joven debe sentirse acompañado, no en un clima de severidad o cientificidad, sino por personas que respeten, propongan, corrijan y permitan que surja una personalidad libre, íntegra, como ciudadano y como cristiano», ha explicado.
Educación sexual
Para el prefecto de esta Congregación, en la escuela católica se prefiere hablar de maduración afectiva, («que también incluye la sexual») en la que la sexualidad es entendida globalmente.
«Las relaciones amorosas deben ser un tema aceptado en nuestras escuelas y no ser censuradas. Tampoco hay que dejarlas llevar por la corriente mundana que presenta modelos poco creíbles», ha indicado destacando la necesidad de una formación que transmita «el respeto a la persona y el verdadero concepto de amor, que no consiste en tomar y poseer, sino en darse mutuamente».
Pacto Educativo Global
Por otra parte, el documento recoge la invitación del Papa al Pacto Educativo Global, con la colaboración de la familia y la escuela, y entre parroquias, asociaciones e instituciones estatales: «Solo si hay un diálogo y un acuerdo honesto sobre los puntos fundamentales de la antropología cristiana -que es la antropología humana- podremos ayudarnos a crecer».
Ante la necesidad de formar a los educadores, según ha expresado los profesores deben tener la capacidad de transmitir ideas, de crear comunidad, de dialogar con la familia, la Iglesia local y las instituciones educativas. «Nuestros formadores, nuestros profesores no pueden ser simplemente funcionarios».
Este documento, en la línea sinodal deseada por el Papa, responde a la petición de numerosos obispos en visita ad limina que han pedido aclaraciones sobre la relación entre los obispos y las escuelas católicas, «desde el punto de vista de la identidad pero también de las diversas cuestiones disciplinarias cuando se producen escándalos o contradicciones».