(VIS/InfoCatólica) "En esta perspectiva -continuó-, los fieles laicos deben comprometerse en expresar en la realidad, incluso a través del empeño político, la visión antropológica cristiana y la doctrina social de la Iglesia. Los sacerdotes deben sin embargo permanecer alejados de la política, para favorecer la unidad y la comunión de todos los fieles y poder ser así una referencia para todos".
Benedicto XVI señaló que "la carencia de presbíteros no justifica una participación más activa y numerosa de los laicos. En realidad, en la medida en que los fieles sean conscientes de sus responsabilidades en la Iglesia, tanto más resalta la identidad específica y el papel insustituible del sacerdote como pastor de toda la comunidad, como testigo de autenticidad de la fe y dispensador en nombre de Cristo-Cabeza de los misterios de la salvación".
"La función de presbítero es esencial e insustituible para el anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía. (...) Por eso, es urgente pedir al Señor que envíe obreros a su mies; es preciso que los sacerdotes manifiesten la alegría de la fidelidad a la propia identidad con el entusiasmo de la misión".
El Papa subrayó que "la falta de sacerdotes no debe considerarse una situación normal o típica del futuro". En este sentido alentó a los obispos a "unir los esfuerzos para despertar nuevas vocaciones sacerdotales y encontrar a los pastores indispensables para vuestras diócesis, ayudándoos mutuamente para que todos dispongan de presbíteros mejor formados y más numerosos para sustentar la vida de fe y la misión apostólica de los fieles".
Refiriéndose al 150 aniversario de la muerte del santo cura de Ars, que este año se conmemora en la Iglesia con un Año sacerdotal, Benedicto XVI dijo que san Juan María Vianney "sigue siendo un modelo actual para los presbíteros, sobre todo en vivir el celibato como exigencia del don total de sí mismos, expresado por aquella caridad pastoral que el Concilio Vaticano II presenta como centro unificador del ser y del obrar del sacerdote".
El Santo Padre concluyó asegurando a los prelados que "ya se manifiestan numerosos signos de esperanza para el futuro de las Iglesias particulares, un futuro que Dios está preparando a través de la dedicación y de la fidelidad con que ejercéis vuestro ministerio episcopal".