(InfoCatólica) El Patriarca Kirill explica cuál es su postura sobre la guerra en Ucrania, que se podría resumir en los siguientes puntos:
- No es un conflicto entre los pueblos ucraniano y ruso. Es provocado por la relación entre Occidente y Rusia.
- La OTAN no ha cumplido las promesas que se hizo a Rusia en su día y se ha expandido constantemente, lo cual es visto por el gobierno de Moscú como una amenaza contra su país.
- Occidente apoyó las intervenciones armadas en Ucrania contra los rusos que viven en el país, además de alimentar el odio contra Rusia en toda la población.
- Ese ataque a Rusia tuvo su derivada religiosa mediante el cisma ortodoxo, debido al reconocimiento por parte del Patriarca de Constantinopla de una iglesia autocéfala ucraniana, que dividió a los fieles ucranianos.
Kirill recuerda además que el CMI ya condenó lo ocurrido durante la revuelta del Maidán, que supuso el derrocamiento de un presidente ucraniano pro-ruso y la llegada al poder de un presidente pro-occidental. Señala también el consiguiente conflicto armado en el Donbass, que provocó miles de muertos a los que Occidente no hizo caso.
El Patriarca, que dice rezar y pide que se rece por el establecimiento de una paz duradera basada en la justicia, adierte también que las sanciones económicas afectan sobre todo al pueblo ruso y denuncia que se está produciendo una rusofobia por todo el mundo.
Carta del Patriarca de Moscú y Todas las Rusias:
Al Secretario General Interino del Consejo Mundial de Iglesias Arcipreste John Sauke
¡Su Reverencia, querido Padre John!
Gracias por su carta fechada el 2 de marzo. Le conozco desde hace muchos años como servidor devoto de la Iglesia de Cristo y trabajador incansable en el campo de la ilustración y la educación de las jóvenes generaciones. Aprecio mucho su trabajo como Secretario General Interino del Consejo Mundial de Iglesias, dirigido a construir armonía y respeto mutuo entre representantes de varias denominaciones cristianas.
En 1961, nuestra Iglesia se unió al CMI, adoptando una base renovada del Consejo, que definió al CMI como una «comunión de iglesias», y la Declaración de Toronto, que declaró que «el Consejo Mundial de Iglesias no puede ser un instrumento de ninguna denominación, dirección o escuela teológica confesional. Las Iglesias miembros deben respetarse mutuamente, ayudarse mutuamente y abstenerse de acciones que sean perjudiciales para otras Iglesias miembros».
Desde 1983, entre las actividades prioritarias del CMI, se ha propuesto un programa para incluir a las Iglesias miembros en el proceso de reconocimiento de una responsabilidad común por la justicia, la paz y la integridad de la creación en la comunidad mundial. Es decir, la pertenencia al CMI, los diálogos, las discusiones equitativas y la cooperación con todo el mundo cristiano no solo fueron una manifestación de nuestro servicio a la causa de la reconciliación entre los pueblos, sino que también nos dieron confianza en la solidaridad y el apoyo de la fraternidad cristiana mundial. .
Ahora las oraciones y los pensamientos de millones de cristianos en todo el mundo están conectados con los dramáticos acontecimientos en Ucrania.
Usted sabe que el conflicto no comenzó hoy. Estoy convencido de que sus culpables no son los pueblos de Rusia y Ucrania, que salieron de una sola pila bautismal de Kiev, unidos por una fe común, santos y oraciones comunes, unidos por un único destino histórico común.
Los orígenes del enfrentamiento hay que buscarlos en la relación entre los países de Occidente y Rusia. Cuando llegó la década de 1990, se prometió a Rusia que se respetaría su seguridad y dignidad. Sin embargo, con el tiempo, las fuerzas que consideraban abiertamente a Rusia como un enemigo se acercaron a sus fronteras. Año tras año, mes tras mes, los países del bloque de la OTAN aumentan su poderío militar, ignorando los temores de Rusia de que algún día estas armas se vuelvan en su contra.
Además, las fuerzas políticas que se fijaron como objetivo la contención de Rusia no iban a luchar con ella con sus propias manos. Planearon usar otros medios: intentaron hacer enemigos de los pueblos hermanos: rusos y ucranianos. No escatimaron esfuerzos ni dinero, bombeando Ucrania con armas e instructores militares. Pero lo peor no son las armas, sino un intento de «reeducar», transformar mentalmente a los ucranianos y rusos que viven allí en enemigos de Rusia.
A la misma tarea correspondía el cisma eclesiástico infligido en 2018 por el patriarca Bartolomé de Constantinopla , que asestó un golpe a la Iglesia ortodoxa ucraniana .
Ya en 2014, durante los sangrientos hechos del Maidan de Kiev, aparecieron las primeras víctimas. El CMI expresó su preocupación por lo que estaba sucediendo. Olaf Fückse Tveit, entonces Secretario General del Consejo, escribió el 3 de marzo de 2014: «Estamos preocupados por la evolución de la situación en Ucrania, que pone en riesgo de muerte a muchas vidas inocentes… y es como si los vientos de la Guerra Fría amenazaran para socavar la capacidad de las comunidades internacionales para abordar juntas cuestiones críticas que requieren una respuesta colectiva y basada en principios».
Al mismo tiempo, se iniciaba un conflicto armado en el Donbass, cuya población defendía su derecho a hablar ruso, exigía respeto a sus tradiciones históricas y culturales. Pero las voces de la gente no se escucharon, al igual que los miles de residentes muertos de Donbass no se notaron en el mundo occidental.
Este trágico conflicto se ha convertido en parte de una geopolítica más amplia, cuyo objetivo principal es debilitar a Rusia.
Ahora los líderes occidentales están imponiendo sanciones económicas a Rusia que perjudicarán a todos. Al mismo tiempo, no dudan en decir que buscan traer sufrimiento no solo a los líderes políticos o militares de Rusia, sino al pueblo ruso. La rusofobia se está extendiendo por todo el mundo occidental a un ritmo sin precedentes.
Rezo sin cesar para que el Señor, con su poder, ayude a establecer lo antes posible una paz duradera basada en la justicia. Les pido a ustedes ya nuestros hermanos en Cristo, unidos en el Concilio, que compartan esta oración con la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Expreso mi esperanza, querido padre John, de que el CMI, como lo ha sido a lo largo de su historia, podrá seguir siendo una plataforma para un diálogo imparcial, libre de preferencias políticas y un enfoque unilateral, incluso en este momento difícil.
¡Que el Señor guarde y salve a los pueblos de Rusia y Ucrania!
Con amor paternal
+KIRILL, PATRIARCA DE MOSCÚ Y TODA RUSIA