(AsiaNews/InfoCatólica) El paradero del obispo de Xinxiang (Henan). Mons. Joseph Zhang Weizhu sigue desconocido. Ya nueve meses desde que fue detenido en mayo junto con 10 sacerdotes y otros tantos seminaristas.
Según la versión oficial de los hechos, en el momento de la detención, las autoridades habían invitado al obispo y a los sacerdotes «a tomar un té». La policía dejó en libertad a los 10 religiosos y envió a los seminaristas a su casa. Sin embargo, Mons. Zhang aún no regresó a su domicilio.
Un fiel relata a AsiaNews: «Hoy 21 de febrero nuestro obispo se encuentra detenido ilegalmente en un lugar desconocido desde hace nueve meses». El arresto formó parte de un gran operativo policial en el que participaron 100 agentes de Cangzhou, Hejian y Shaheqiao.
Los seminaristas regresaron a sus hogares al cabo de unos días y tienen prohibido continuar sus estudios de teología. Los sacerdotes también volvieron a su casa después de algunas «sesiones políticas» para inculcarles la «libertad religiosa» de la que pueden gozar a condición de someterse al Partido Comunista Chino. El obispo, en cambio, sigue detenido «ilegalmente».
Según la ley china, el aislamiento y encarcelamiento de una persona sin cargos no puede durar más de tres meses. Pero el obispo ha permanecido nueve meses en un lugar desconocido para los fieles, e incluso para los familiares, sin que se haya presentado ninguna acusación concreta. A diferencia de lo que sucede en otros casos similares, durante el Año Nuevo chino al obispo no se le permitió regresar con su familia ni siquiera un día. En todo este tiempo la policía únicamente autorizó que dos personas visitaran al prelado, pero sólo por unos minutos y en presencia de agentes de policías.
El obispo de Xinxiang se desempeña en el cargo desde 1991, está reconocido por la Santa Sede pero no por el gobierno chino y eso lo convierte en un «criminal».
En China, de acuerdo con las Nuevas Normativa sobre Actividades Religiosas, las celebraciones religiosa y las escuelas (también las de teología) solo están permitidas en lugares registrados y controlados por el gobierno; el personal religioso sólo puede ejercer sus funciones si se adhiere a la Iglesia «independiente» (de la Santa Sede) y se somete al Partido.
La detención de Mons. Zhang -así como de otras muchas figuras religiosas y no religiosas- arroja sombras sobre el énfasis en la amistad que se ha proclamado durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing que finalizaron ayer. El lema de los Juegos fue «Juntos por un futuro compartido».
Muchos observadores internacionales consideran que a China no le interesa un futuro compartido sino de «sumisión a su poder».
Desde ese punto de vista, el acuerdo provisional entre China y la Santa Sede también parece haber sido «traicionado». La persecución contra los católicos -sobre todo los no oficiales- se incrementó después del Acuerdo, que no ha sido respetado en sus términos originales. En efecto, este sólo se refería al nombramiento de nuevos obispos y tenía como premisa que el resto de la situación de la Iglesia -incluso la «clandestina»- quedaría en stand-by, a la espera de que se resolvieran los problemas a través del diálogo entre las dos partes.
En cambio, en los últimos años las fuerzas policiales han puesto a los obispos bajo arresto domiciliario, impusieron fuertes multas a los fieles, expulsaron a los párrocos de las iglesias y detuvieron a sacerdotes y seminaristas.
En Henan, la persecución es aún más severa porque los cristianos son cerca del 4% de la población, un porcentaje más alto que en el resto del país. La diócesis de Xinxiang tiene 100.000 fieles.