(Avvenire/InfoCatólica) Los promotores de la cultura de la muerte en Italia han recibido hoy un duro golpe con la sentencia del Tribunal Constitucional. Los activistas italianos en favor de la eutanasia y el suicidio asistido superaron en agosto del año pasado el primer obstáculo en su esfuerzo por lograr su legalización, al alcanzar entonces el medio millón de firmas (luego se duplicó la cifra) que permitían al parlamento decidir si el asunto se lleva a referéndum.
El más alto tribunal del país se ha reunido hoy en sala para debatir la admisibilidad del referéndum titulado «Derogación parcial del artículo 579 del Código Penal (asesinato de una persona con consentimiento)».
A la espera de conocer el texto completo de la sentencia, la Oficina de Prensa y Comunicación anunció que el Tribunal había considerado inadmisible la pregunta del referéndum porque, tras la derogación, aunque parcial, de la disposición sobre el homicidio consentido, a la que apunta la pregunta, no se preservaría la protección mínima constitucionalmente necesaria de la vida humana en general, y con especial referencia a las personas débiles y vulnerables.
La sentencia se publicará íntegramente en los próximos días, pero ya se han apuntado sus argumentos. Prevalece el «principio de indisponibilidad de la vida», cuya «expulsión del ordenamiento jurídico crearía un vacío normativo irremediable», y «la falta de claridad de la cuestión, ya que los efectos de la derogación parcial propuesta son imprevisibles e inciertos, en contraste con la transparencia que debe guiar la voluntad del votante».
Desde el«Comité por el No al asesinato de la persona que consiente», presidido por Assuntina Morresi y representado en el debate ante el Tribunal Constitucional por los juristas Mario Esposito y Carmelo Leotta, han expresado «su satisfacción» por la decisión del Tribunal Constitucional que «permite ahora abordar con mayor equilibrio la discusión parlamentaria sobre el llamado texto Bazoli sobre la eutanasia, que pretende -en nuestra opinión erróneamente- aplicar la sentencia nº. 242/2019 del mismo Tribunal, y poner de manifiesto las incoherencias y la superación de los límites establecidos por el mismo».
La senadora centrista Paola Binetti, ex presidenta de Scienza & Vita y protagonista de la batalla del referéndum de 2005 sobre la Ley 40, expresa su «extrema satisfacción» por la decisión del Tribunal. Y añadió, citando el eslogan de la campaña de hace 17 años: «Nuestra postura ha sido tomada en cuenta: no se vota sobre la vida. Espero ahora que la Cámara actúe de forma coherente con las decisiones tomadas por el Tribunal». En Montecitorio, como es sabido, se está discutiendo la ley que debe trasponer la sentencia con la que en 2017 el Tribunal Constitucional despenalizó la ayuda al suicidio en determinadas circunstancias definidas y condicionadas.
La derrota no parece desanimar a los radicales de la Asociación Luca Coscioni: «El camino hacia la legalización de la eutanasia no se detiene - se lee en una nota -. Ciertamente, la anulación del instrumento de referéndum por parte del Tribunal Constitucional sobre el final de la vida hará el camino más largo y tortuoso, y para muchas personas significará una carga adicional de sufrimiento y violencia. Pero el camino está marcado».
De hecho, el camino marcado es el que ha trazado el Tribunal Constitucional, rechazando con palabras muy claras la petición de admitir el referéndum. Pero «la Asociación Luca Coscioni no dejará piedra sobre piedra, desde la desobediencia civil hasta los recursos judiciales, 'desde el cuerpo del pueblo hasta el corazón de la política'», según el método querido por la historia radical, al tiempo que anuncia un compromiso de alcance europeo con «iniciativas por la libertad de elección al final de la vida y por la derogación de las normas prohibicionistas a nivel europeo».
El líder de Pro Vita & Famiglia, Toni Brandi, y el presidente del comité «No a la eutanasia legal», Jacopo Coghe, hablaron de «populismo bioético» y de «deriva mortal». «Agradecemos al Tribunal», dijeron, «la valentía con la que no se dejó intimidar por presiones políticas y mediáticas de ningún tipo». La Corte «indicó un nivel mínimo de protección de la inviolable y frágil vida humana, y creemos que el proyecto de suicidio asistido viola ese nivel mínimo, yendo más allá de lo que la propia Corte decidió en el caso Cappato» Esperamos una respuesta importante de la Cámara de Diputados que invierta en cuidados paliativos y ayude a los enfermos a vivir con dignidad, y no a ser asesinados».
«Esto confirma que debemos proceder con el máximo cuidado, prudencia y cautela en estas cuestiones. Así lo afirma Maria Antonietta Farina Coscioni, presidenta del Instituto Luca Coscioni y viuda del hombre que da nombre a la asociación que recogió firmas para el fallido referéndum, que anuncia que «no dejará piedra sobre piedra, desde la desobediencia civil hasta los recursos judiciales». Desde la Cámara de Diputados, Alfredo Bazoli (PD) dijo que la decisión de la Corte «no afecta el proceso de aprobación de la ley de suicidio asistido», de la que es ponente, «que está en camino a la Cámara y lista para su discusión». De hecho, dice ue se trata de una ley que aborda un tema diferente.
En Italia ya se ha producido alguna sentencia en tribunales menores a favor del suicidio asistido.
Postura de la Iglesia
En cuanto a la Iglesia Católica, aunque la postura oficial y mayoritaria ha sido siempre en contra de la eutanasia y la celebración del referéndum, no han faltado voces apoyando semejante barbaridad. Ha sido el caso de Mons. Derio Olivero, responsable de ecumenismo dentro de la Conferencia Episcopal Italiana, y del P. Carlo Casalone, sacerdote, jesuita, miembro de la Pontificia Academia para la Vida y profesor de teología Moral en la Gregoriana, que publicó en La Civiltà Cattolica -revista de la Compañía de Jesús con placet de la Secretaría de Estado- un artículo favorable a la ley de eutanasia, lo que le valió el repudio de 60 asociaciones provida.
En una reciente audiencia general, el papa Francisco ratificó que la vida, y no la muerte, es un derecho, y esta última «debe ser acogida, no suministrada»
