(Asia News/InfoCatólica) Elecciones parlamentarias y presidenciales en las fechas establecidas por la Constitución; descubrir la verdad sobre la doble explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020; acelerar el proceso de reformas y acordar un plan de rescate para Líbano con el Fondo Monetario Internacional (FMI); completar la implementación del acuerdo de Taif, llenando sus lagunas y garantizando la plena soberanía sobre el territorio libanés; adoptar el sistema de la «neutralidad positiva» como base para las relaciones con el exterior.
Estos son los cinco puntos que señaló el patriarca maronita, cardenal Beshara Raï, en la homilía de la misa que celebró con motivo de la fiesta de san Marón, festividad de carácter religioso y civil, en la cual pidió por la salvación del país de los cedros de una crisis política, económica e institucional que lo ha arrastrado al borde del abismo.
El cardenal dirigió una súplica al santo fundador de la orden maronita pidiéndole que protegiera «nuestra patria, nuestra Iglesia y nuestro pueblo» para que permanezcan «fieles a la misión» en el Oriente asolado por las guerras y la violencia. Al mismo tiempo hizo un llamamiento a las más altas autoridades del país para que garanticen la normal celebración de las elecciones en los términos previstos por la ley.
A la ceremonia asistieron el jefe de Estado Michel Aoun, el presidente del parlamento Nabih Berri y el primer ministro Nagib Mikati. Las palabras del cardenal Raï se deben al temor de un aplazamiento de los comicios, previstos para el 15 de mayo, sobre el que alertaron algunos partidos de gobierno y dentro del Parlamento, mientras el país sigue deslizándose hacia un colapso socioeconómico. Muchos libaneses perciben las elecciones legislativas como una oportunidad para producir cambios en la clase política y dirigente, acusada de ser responsable de la crisis sin precedentes que sacude el país.
Sin embargo, varias voces apuntan a un aplazamiento de la votación, entre otras cosas porque los partidos tradicionales observan que su popularidad disminuye y temen el juicio de las urnas y de un electorado cada vez más insatisfecho, con las tres cuartas partes de la población en condiciones de creciente pobreza.
Dirigiéndose a funcionarios institucionales y fieles desde el altar de la iglesia de San Marón en Gemmayzeh, un barrio de Beirut, el cardenal recordó que «los maronitas libaneses han hecho de la libertad su espiritualidad» y al mismo tiempo un «proyecto social y político». Ellos siguieron el ejemplo del santo en su fe y en sus valores de benevolencia, amor, entrega, dignidad y fortaleza. Por eso, siguió diciendo, hay que oponerse enérgicamente «al rencor, la envidia, el odio, la venganza y el espíritu de rendición», porque la historia enseña: «La caída política y militar de todos los imperios va precedida por el derrumbe de la escala de valores».
El cardenal Raï elogió el pluralismo cultural y religioso que anima a la nación, el sistema democrático parlamentario, las libertades públicas, el compromiso con la neutralidad y la paz y la separación de la religión del Estado, «en una única fórmula basada en la convivencia». Líbano, prosiguió, debía convertirse en «un proyecto pionero» para Oriente y Occidente y un «lugar de encuentro de civilizaciones», pero la «debilidad» de la nación «ha distorsionado su mensaje».
Por último, pidió que no se transforme al País de los Cedros en un campo de batalla para los conflictos de la región, en plataforma de misiles [en referencia a Hezbolá] y un frente de batalla». Reconocer al Líbano como patria, concluyó, significa reconocer tres constantes: «el propósito del pacto de convivencia, el propósito del rol de los cristianos y el propósito de la fidelidad al propio Líbano. Si respetamos este triángulo histórico, salvaremos la unidad del Líbano y demostraremos su neutralidad».