Francisco: «Dios no se asusta de nuestros pecados sino por el cierre de nuestro corazón»

Nueva catequesis en torno a la figura de San José

Francisco: «Dios no se asusta de nuestros pecados sino por el cierre de nuestro corazón»

En su catequesis sobre «San José como padre en la ternura», el papa Francisco –en el ámbito de su audiencia general del tercer miércoles de enero– recordó que aunque los evangelios no dan detalles del modo en que ejerció su paternidad, podemos «intuir –dijo– que el hecho de haber sido un hombre justo influyó en la educación que le dio a Jesús, al que vio crecer en sabiduría, en estatura y en gracia».

(Aica/InfoCatólica) El Papa destacó que el Señor usaba con frecuencia la palabra «padre» para hablar de Dios y de la ternura con que nos ama. De ahí que haya manifestado: «Es hermoso pensar que el primero en transmitir a Jesús esta realidad haya sido José, que lo amó con corazón de padre».

Además, Francisco recordó que, en la parábola del Padre misericordioso, Jesús hace referencia a la paternidad de Dios que, «sin detenerse en los errores de su hijo, lo acoge con ternura y alegría, con una actitud desbordante y gratuita de amor y de perdón que supera toda lógica humana».

«Podemos preguntarnos si dejamos a Dios que nos ame con esa misma ternura para que, llenos de su amor, seamos capaces de amar así a los demás», agregó.

Por otra parte, el Santo Padre aludió a su carta apostólica Patris corde en la que reflexiona, precisamente, sobre este aspecto de la personalidad de San José: «Como hizo el Señor con Israel, así él le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer».

Mientras al afirmar que muchas parábolas tienen como protagonista la figura de un padre, el pontífice dijo que de entre las más famosas está la del «Padre misericordioso», que relata el evangelista Lucas. Parábola en la que se subraya, además de la experiencia del pecado y del perdón, la forma en la que el perdón alcanza a la persona que se equivocó.

«La ternura es algo más grande que la lógica del mundo. Es una forma inesperada de hacer justicia. Por eso no debemos olvidar nunca que Dios no se asusta de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestras caídas, sino que se asusta por el cierre de nuestro corazón, de nuestra falta de fe en su amor»

Por esta razón el obispo de Roma dijo a los fieles y peregrinos que se dieron cita en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, que «hay una gran ternura en la experiencia del amor de Dios». Y añadió lo bonito que es «pensar que el primero que transmite a Jesús esta realidad haya sido precisamente José»: «De hecho, las cosas de Dios nos alcanzan siempre a través de la mediación de experiencias humanas».

Entonces –prosiguió el Papa– podemos preguntarnos si nosotros mismos experimentamos esta ternura, y si a su vez nos convertimos en testigos de ella. Y tras afirmar que «la ternura no es en primer lugar una cuestión emotiva o sentimental», sino «la experiencia de sentirse amados y acogidos en nuestra pobreza y miseria y, por lo tanto, «transformados por el amor de Dios».

«Dios no confía sólo en nuestros talentos, sino también en nuestra debilidad redimida».

Por último, el Santo Padre afirmó que hace bien «mirarnos en la paternidad de José y preguntarnos si permitimos al Señor que nos ame con su ternura, transformando a cada uno de nosotros en hombres y mujeres capaces de amar así»; puesto que, «sin esta revolución de la ternura, corremos el riesgo de permanecer presos en una justicia que no permite levantarnos fácilmente y que confunde la redención con el castigo».

«Por esto, hoy quiero recordar de forma particular a nuestros hermanos y a nuestras hermanas que están en la cárcel. Es justo que quien se equivocó pague por su error, pero es igualmente justo que quien se equivocó pueda redimirse del propio error».

Y concluyó con una sentida oración al custodio del Redentor: Oración a San José.

San José, padre en la ternura,

enséñanos a aceptar ser amados precisamente en lo que en nosotros es más débil.

Haz que no pongamos ningún impedimento

entre nuestra pobreza y la grandeza del amor de Dios.

Suscita en nosotros el deseo de acercarnos al Sacramento de la Reconciliación,

para ser perdonados y también capaces de amar con ternura

a nuestros hermanos y a nuestras hermanas en su pobreza.

Sé cercano a aquellos que se han equivocado y por esto pagan un precio;

ayúdales a encontrar, junto a la justicia, también la ternura para poder volver a empezar.

Y enséñales que la primera forma de volver a empezar

es pedir perdón sinceramente, para sentir la caricia del Padre.+

 

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