(Noticiasdegipuzloa/InfoCatólica) La decisión de poner fin a casi cinco siglos de historia de la provincia franciscana de Arantzazu la tomaron los propios franciscanos el pasado mes de junio en el capítulo provincial que se celebra cada tres años. Una decisión «dolorosa», según admite el ministro provincial, Joxe Mari Arregi. Él es desde el pasado junio la máxima autoridad de una provincia que actualmente cuenta con un centenar de frailes repartidos entre quince conventos del País Vasco (seis en Guipúzcoa), Cantabria, Valladolid (2) e incluso Madrid (1), y cuyo gran referente es el santuario de Arantzazu.
El camino está marcado. La provincia de Arantzazu desaparecerá y se integrará en la Inmaculada Concepción, fruto de la unión de otras seis provincias franciscanas de todo el Estado, que se fusionaron en enero de 2015 tras varios años de negociaciones. Una provincia con sede en Madrid y que unió a las provincias Bética; de Cartagena; de Valencia y Aragón; Granada; Castilla; y Cataluña; además de la pequeña Custodia de San Francisco Solano del Perú. A fecha de hoy, cuenta con 48 conventos.
Actualmente quedan en la Península Ibérica cuatro provincias franciscanas: «La de Portugal, la de Santiago (Galicia), la Inmaculada Concepción y nosotros (Arantzazu)», asegura Arregi, pero la tendencia apunta hacia una integración de todas las provincias del Estado español a diez años vista. La Inmaculada Concepción es el gran referente desde la fusión, mientras que la provincia gallega pasa por una situación semejante, quizá peor, que la de Arantzazu, aunque sin dar este paso hacia la concentración de fuerzas.
Las negociaciones para la integración de Arantzazu bajo el paraguas de la Inmaculada Concepción se iniciarán en breve. «La decisión de iniciar las conversaciones la tomaremos ahora, en navidades, en un congreso que se hace para madurar las decisiones adoptadas en el capítulo provincial», reconoce Arregi.
El consejo, el órgano rector de la provincia, decidirá entonces comenzar las conversaciones, «que pueden durar años». Pero lo lógico y su idea, reconoce el ministro provincial, es que la fusión se consume en 2027: «Tendré que hablarlo con el Consejo, pero se nos irá a cinco o seis años. Las decisiones importantes se toman en los capítulos (cada tres años) y en 2024 parece pronto, porque ahora empezaremos las conversaciones con ellos. Primero hay que ver si nos aceptan, que nos aceptarán. Y luego en qué condiciones... ver cuántos conventos tenemos y cuántos se pueden mantener, y la decisión oficial se tomará entonces».
No hay alternativa, dice Arregi, porque «somos pocos, de mucha edad y poca salud en muchos casos». La edad media del centenar de frailes que hoy en día conforman la provincia de Arantzazu es de 77 años. Y en algunas de sus quince fraternidades los frailes necesitan ayuda.
El día a día de los frailes no cambiará apenas con la integración en la principal provincia española, pero sí afectará en otros muchos aspectos. «El jefe, en vez de aquí, será de Madrid, y a lo mejor algunos pocos de los nuestros, si hace falta un profesor, un formador, o si sale un administrador bueno, se tendrá que trasladar fuera. Puede haber movimientos, pero a la vida en el día a día no le afecta», admite Arregi.
Cierre de comunidades
La trayectoria de los franciscanos de la provincia de Arantzazu habla por sí sola en los últimos años. «Cuando yo entré de provincial en mi anterior etapa (2000-2009), hace 21 años, la provincia de Arantzazu tenía 240 frailes y 27 conventos. Y ahora somos apenas 100 y quince conventos. Además, acabamos de decidir el cierre de la hermandad de Segura. Y el siguiente paso, en un plazo de dos o tres años, es que cerremos la de Tolosa», asegura Arregi.
Por el contrario, «el ir a otras provincias tiene otras ventajas», según Arregi. «En Castilla la fe se mantiene mejor. Están algo mejor y podemos recibir su ayuda. En Valladolid, por ejemplo, donde los franciscanos de Arantzazu cuentan con dos conventos, »todavía la iglesia se llena«, reconoce el ministro principal. Buscar cobijo y reforzarse es el objetivo de esta integración. Juntos, más fuertes.
El cierre del convento de Segura, donde los franciscanos han cumplido instalados 40 años, es significativo de la situación que vive la orden franciscana en Guipúzcoa. «No es por imposibilidad. Viven muy bien, de hecho. Tenemos cuatro frailes en buena edad. Tres de mi edad, de unos 70 años –dice Arregi–, todavía potentes, y que hacen mucho trabajo, pero la hermandad de Tolosa tiene ahora muchas dificultades y necesitan ayuda. Cerrar Segura es un proceso doloroso, porque a nuestra edad, las costumbres, las relaciones, el médico, la familia... cambia todo, pero la gente está en una postura muy madura, muy buena, muy franciscana».
Al cierre de los conventos de Segura (inminente) y Tolosa (en dos o tres años), le seguirán otros más dentro del proceso de integración en la Inmaculada Concepción. «Si ahora tenemos quince hermandades, nos van a pedir cerrar seis o siete y ya preveo cuáles pueden quedar; y las otras, con mucha pena, habrá que cerrarlas«, admite Arregi.
O tempora o mores
«Los que en un tiempo fuimos tan potentes, ahora estamos en horas bajas», admite el máximo representante de la provincia de Arantzazu. «En 1960 nuestra provincia tenía tantos frailes y cada año se ordenaban tantos nuevos que teníamos que andar buscando nuevos sitios para ellos, como sucedió en Perú (Ucayali)«, recuerda.
Hoy la situación ha cambiado. «Se han invertido nuestras costumbres. Durante años tuvimos un cristianismo sociológico en Euskadi y ahora ha sucedido al revés y tener fe es minoritario. Es una situación difícil y un gran reto para nosotros, porque venimos de un cristianismo potente y que venga esto es duro para un franciscano convencido como yo», admite Arregi.
La integración en la Inmaculada Concepción viene recomendada de arriba, desde Roma. La orden franciscana, liderada por el ministro general Massimo Fusarelli, marca unas directrices y una es que «las provincias que se vean imposibilitadas para continuar por su cuenta se junten con otras. Nuestra provincia aún no está en esa situación; aún nos arreglamos bastante bien y tenemos cierta fuerza, pero se ve que nuestra tendencia es a menguar y envejecer. La previsión es que quedemos unos 40 frailes en la provincia de Arantzazu en 2030», confiesa el religioso.
La situación en la que se encuentra la hermandad del santuario de Arantzazu, el gran referente de la provincia, es significativa. Allí viven actualmente 23 frailes de los 100 de toda la provincia, después de que el convento haya sido reforzado con la llegada de cuatro hermanos de los de menor edad, entre ellos, los dos más jóvenes de la provincia, de 45 y 48 años, respectivamente.
La decisión de integrarse con otras exprovincias de España está alineada con los retos aprobados en el último capítulo provincial: «Reforzar en nuestra comunidad la esperanza de fe, protegerla entre nosotros y fortalecer la vida en hermandad: cuidarnos mutuamente, porque somos ancianos, enfermos, limitados, imposibilitados. Ahora tenemos una necesidad grande los unos de los otros».