(ACIPrensa/InfoCatólica) El padre Eduargo Hayen Cuarón, director del semanario Presencia de la Diócesis mexicana de Ciudad Juárez, en uno de sus artículos, titulado «Yo no te pido (engañifas de la unión libre)», habló sobre la unión libre, asegurando a los novios que dudan en casarse que esta «no es digna para el ser humano».
El padre Hayen lamenta que «a medida en que no se cultiva la fe y aumentan el materialismo y el ateísmo, menos parejas se interesan por celebrar su unión en una boda religiosa» y que «la cultura popular promueve el amor libre», según recoge la agencia ACI.
A este respecto subraya que «el hombre nació para construir proyectos que trasciendan, y uno de ellos –quizá el más importante– es el formar una comunidad de vida y de amor llamada familia».
«Cuando dos personas deciden vivir juntas y sin compromisos con la sociedad y con Dios, generalmente lo hacen porque uno de los dos no está realmente seguro de establecer una entrega comprometida para toda la vida.
Si no hay papeles que firmar ni altar ante el cual hacer una alianza, la puerta se queda abierta para poder escapar de la relación en cualquier momento de crisis», señaló, y añade que «el contrato del matrimonio se establece para proteger a los cónyuges».
«Vivir juntos para toda la vida incluye riesgo para ambos, sobre todo para la mujer», dijo, dado que «ella muchas veces deja de trabajar para dedicarse a la crianza de los hijos, y el contrato matrimonial le garantiza que ella y los niños serán mantenidos.
Ante un eventual abandono del marido, la mujer tiene derecho a recibir una cantidad económica de su esposo como mantenimiento para ella y los hijos, pero si no existe el matrimonio, tampoco existe la protección», explicó.
Asimismo, el sacerdote negó que quienes viven en unión libre o en concubinato con sus parejas son más felices, puesto que «en la unión libre la relación de pareja no es más relajada, sino más estresante.
Simplemente saber que en cualquier momento el otro puede irse de la casa y sin obligaciones hace que se nazca en la pareja el miedo de verse abandonado, lo que se reflejará en más pleitos y discusiones.
Además, a nivel sexual las relaciones íntimas se vuelven engañosas, ya que la entrega que se expresan mediante sus cuerpos no corresponde al nivel de compromiso en el que viven sus vidas ordinariamente».
Subraya que «la unión libre, en el fondo, es egoísta. Se deslinda de Dios y de la comunidad. Es un amor aislado, incompleto, sin conexión con el bien de la sociedad que todos formamos y sin articulación con el amor divino que el matrimonio representa».
«Por eso cuando los novios se casan por la Iglesia se piden testigos y la ceremonia es pública. La asamblea de invitados, grande o pequeña, ratifica que el matrimonio es un bien para la Iglesia y la sociedad, pero además, por ser un bien no exento de dificultades y pruebas, necesita una comunidad que ayude a los novios con un soporte espiritual».
Finaliza así el padre Hayen: «Más allá de la poesía hecha música, el amor verdadero y real es el que firma los papeles, el que se compromete con Dios y con la sociedad en una entrega para toda la vida. Es el matrimonio el que recibe la bendición divina. Lo otro es inseguridad».