(ChurchPop/InfoCatólica) En un vídeo de YouTube de 13 minutos, Bennett, de 26 años, explica su conversión:
«Muchos de ustedes se sorprenderán al oír esto, pero durante los últimos tres años que han estado viendo mis vídeos, yo era atea. Pero ese ya no es el caso, y quiero abrirme a ustedes sobre mi travesía»
La activista provida cuenta el vacío de ser atea y cómo le afectó.
«Ser atea no es lo que la mayoría de la gente piensa que es - al menos no lo fue para mí», continúa Bennett. «Ser atea fue una de las cosas más aterradoras por las que me hice pasar. Y lo hice durante más de una década».
«Como era tan ignorante y estaba tan desinformada, temía lo que significaría ir al infierno», dice. «El miedo más memorable que tenía era el de morir. La idea de mi muerte me aterrorizaba. ¿Realmente vivía sólo para que me pusieran bajo tierra? Lo peor era pensar: ¿qué soportaría mi familia después de la muerte?. Lo que siempre ocupaba mi mente era la pregunta: ¿y si me equivoco?».
A medida que avanza el vídeo, explica su postura antiabortista, el carácter sagrado de la vida humana y cómo su marido católico la ayudó a acercarse a la Iglesia.
«Si realmente creía que no hay Dios, ¿por qué me sentía tan avergonzada por decirlo en voz alta? Es porque la verdad sobre Dios, Jesús y nuestra creación está escrita en nuestros corazones para que lo busquemos, y al final acabemos encontrando la verdad que es muy evidente si sólo la buscas».
Entendió que el orgullo es nefasto:
«Uno de los momentos decisivos en los que me di cuenta de que estaba equivocado fue al aprender que el orgullo era el peor de los siete pecados capitales. El Mes del Orgullo siempre ha sido tóxico, depredador y pervertido, incluso desde un punto de vista secular. No es una coincidencia que un estilo de vida arraigado en la depresión, el suicidio, el comportamiento pecaminoso y el arrepentimiento reciba el título del pecado más mortal, y seamos obligados a tragarnos ese cuento por todas las grandes corporaciones y plataformas de medios sociales, para luego ser dirigido al público infantil».
Bennett revela entonces su punto de inflexión cuando su gato cayó muy enfermo. Aunque esto puede parecer insignificante para algunos, la llevó a pedir la intercesión de San Francisco de Asís. Esto finalmente abrió las puertas a su conversión.
Tras su historia, Bennett da un consejo «de una ex atea para educar a tus hijos para que no acaben como yo. Empieza por rezar juntos todos los días en familia y asegurarte de que Cristo es lo primero en tu hogar. Crear tradiciones que duren décadas en su vida adulta, y eventualmente en sus propias familias, asegura que nunca tengan que irse a la cama con ansiedades sobre su vida eterna».
Y concluye:
«Ojalá hubiera descubierto la verdad antes en mi vida, pero me siento honrada al saber que incluso una pecadora como yo nunca fue olvidada por Dios».
I'm thrilled to say that after being an atheist for more than a decade, I finally discovered the love of Jesus Christ and handed my life over to him 💗
— Kaitlin Bennett (@KaitMarieox) December 3, 2021
Watch the story of my conversion to Catholicism: https://t.co/mkgI5KJlGN pic.twitter.com/S2zkcgA3lN