(ACN/InfoCatólica) Se ha revelado a través de investigaciones del equipo sueco Uppdrag granskning que al menos 13 niños de Estocolmo, Suecia, han comenzado a padecer efectos adversos graves y deformaciones corporales tras haber recibido tratamientos para cambio de género, los cuales se basan en bloqueadores hormonales.
Ricard Nergårdh, endocrinólogo pediátrico y médico jefe del equipo, con experiencia tratando a niños transgénero, explica que las hormonas utilizadas en el proceso pueden llegar a afectar negativamente el desarrollo ideal de la pubertad de los niños, informa el medio sueco SVT.
«Es una castración química. Puede afectar al bienestar psicológico de formas que no imaginabas ni querías. Es muy importante que el paciente y su familia estén bien informados al respecto», aseguró Nergårdh.
Asimismo, añade que el tiempo razonable de aplicación de dichos tratamientos debe ser de 2 años y los niños deben mantenerse en constante revisión ósea.
Gracias a investigadores que averigüan de formas no convencionales y se sirven de cámaras ocultas, podemos conocer el caso de Leo, una víctima de estos peligrosos procedimientos.
Leo es una niña que, a los 10 años, comunicó a sus padres su deseo de ser niño, quienes la apoyaron y a los 11 años la ayudaron a iniciar el proceso de cambio de sexo, el cual consistió en la aplicación de hormonas que detendrían su pubertad y fue realizado en el Hospital Infantil Astrid Lindgren.
Su madre, Natalie, explicó que el procedimiento químico la ayudó a sentirse mejor, pues Leo solía aislarse y autolesionarse, sin embargo, dicho bienestar no duró demasiado. Cuenta: «se sentía tan mal que intentó suicidarse en varias ocasiones. No lo entendimos, pensamos que nuestro hijo se sentiría mejor con el tratamiento».
Leo se comenzó a quejar de dolores en la espalda, lo cual se hizo muy constante, así que la examinaron con rayos X para encontrarse con que 2 de sus vértebras se habían deformado, había desarrollado osteoporosis y su crecimiento había quedado estancado.
El hospital encargado admitió su responsabilidad al aceptar que le habían suministrado los medicamentos más del doble del tiempo necesario.
«Naturalmente, hay rabia hacia aquellos en los que se confió. Pero también hacia ti mismo, yo soy el que debería proteger a mi hijo, pero de alguna manera no lo he hecho», comparte Natalie.
Sin embargo, el caso de Leo no es el único trágico. Uppdrag granskning ha reunido documentación de casos similares, en los que unos 13 niños también recibieron este tipo de tratamientos y los llevó a sufrir efectos adversos tales como daños hepáticos, obesidad, paralización del crecimiento y deterioro de la salud mental.
Muchos de ellos se arrepienten de haber tomado la decisión de reasignar su sexo, pero los cambios ya son irreversibles, lo que muchas veces les genera ansiedad y pensamientos suicidas.
Los casos de arrepentimiento de personas al haber cambiado de sexo son incontables. Dentro de estos, podemos hallar a Walt Heyer, un hombre biológico que deshizo su transición después de haber sido transexual y, actualmente, se dedica a ayudar a personas arrepentidas de haber realizado el cambio de sexo.
Heyer asegura que «son demasiado jóvenes para someterse a estos procedimientos. Acaban mutilando sus cuerpos y destruyendo sus vidas, y cuando tienen 21 o 22 años, desearían no haberlo hecho nunca».
Por esto, agrega: «la única forma de protegerlos es asegurarnos de que no se les introduzca a ninguno de estos procedimientos o bloqueadores hormonales hasta que tengan al menos 19 años, y entonces, ellos pueden analizarlo de otra manera».