(ACN/InfoCatólica) La pronta liberación de los seminaristas secuetrados llama la atención en medio de la realidad de persecución que vive la Iglesia en Nigeria, con amenazas, secuestros y asesinatos por parte de grupos extremistas islámicos.
El padre Emmanuel Faweh es formador del Seminario Cristo Rey y ha compartido con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) la alegría de esta buena noticia, cómo vivieron el momento del secuestro y la posterior liberación, cómo se encuentran ahora los seminaristas secuestrados y la fuerza de la fe de estos jóvenes. El padre Faweh fue entrevistado en el programa «Perseguidos pero no olvidados» de ACN en la cadena de televisión Trece.
Padre Emmanuel, hasta aquí nos llegan noticias como el secuestro de estos seminaristas, y no siempre son noticias con final feliz como os ha sucedido. Lamentablemente este tipo de sucesos de violencia en Nigeria son cada vez más frecuentes, ¿verdad?
Sí, para entender la situación en Nigeria tenemos que explicar que este país tiene 200 millones de habitantes del que el 50% son musulmanes, el 40% cristianos y el 10% animistas. Los musulmanes quieren establecer en Nigeria un califato y grupos yihadistas, como Boko Haram, secuestran y asesinan a personas. También están los pastores fulani, que secuestran especialmente a los cristianos para hacerles la vida difícil, para meter el miedo en su corazón.
En el caso del secuestro en el seminario de Cristo Rey de Kafanchan, hombres armados dispararon contra la capilla, donde estaban reunidos un grupo de seminaristas y finalmente secuestraron a tres de ellos. ¿Cómo vivieron esos días de secuestro?
Los seminaristas a pesar de que habían sido secuestrados, nunca demostraron miedo. Rezaban también sin abrir la boca. Leían los labios de los otros y rezaban el rosario. Cuando los secuestradores vieron que los jóvenes no se amedrentaban, llamaron al seminario para pedir un rescate (ndr:que finalmente no se pagó).
¿Cómo recibistéis la noticia de la liberación de estos seminaristas?
Estábamos muy felices. Los responsables del seminario salimos corriendo en dos coches, sin pensar que nos podía suceder algo. Cuando los encontramos comenzaron a llorar. Estaban en mitad del bosque y tenían miedo, y yo también. Gracias a Dios llevábamos un policía armado, por si sucedía cualquier cosa, para que nos defendiera…
A pesar de lo ocurrido y de los ataques contra los cristianos en Nigeria, estos jóvenes seminaristas quieren permanecer y continuar con su misión.
Así es, estos tres seminaristas cuando volvieron después de ser liberados, nos dijeron que ellos cuando entraron al seminario y tomaron la sotana, ya sabían que podían morir mártires. Por eso estaban preparados para dar su vida por el Evangelio y para difundir la fe.