(Aica/InfoCatólica) «Anteponer al enfermo a la enfermedad», fue la exortación de Francisco, quien subrayó «es esencial en todos los campos de la medicina; es fundamental para que el tratamiento sea verdaderamente integral y humano»
Aludiendo a la centralidad de la persona, «que subyace en su compromiso con la asistencia», y también con la docencia y la investigación, el Papa dijo que de esta forma se ayuda a fortalecer una visión unificada y sinérgica, que «no pone en primer lugar las ideas, las técnicas y los proyectos, sino al hombre concreto, al paciente, al que hay que cuidar conociendo su historia, conociendo su experiencia y estableciendo relaciones amistosas que sanan el corazón».
«El amor al hombre, especialmente en su condición de fragilidad, en el que brilla la imagen de Jesús Crucificado, es específico de una realidad cristiana y no debe perderse nunca»
No hay vidas indignas
El obispo de Roma reafirmó que esta Fundación y el Campus Biomédico, junto a la sanidad católica en general, «están llamados a testimoniar con hechos que no hay vidas indignas o que deban ser desechadas porque no respondan al criterio del beneficio o a las exigencias del mismo».
«Estamos viviendo una verdadera cultura del descarte; es un poco el aire que respiramos y debemos reaccionar contra esta cultura del descarte. Todo centro sanitario, en particular los de inspiración cristiana, debería ser un lugar donde se practica la asistencia y donde es posible decir: ‘Aquí no se ven sólo médicos y enfermos, sino personas que se acogen y se ayudan mutuamente: aquí se puede experimentar la terapia de la dignidad humana’. Y esto nunca debe negociarse, siempre debe defenderse»
Por esta razón les dijo que es necesario «centrarse en la atención al individuo, sin olvidar la importancia de la ciencia y la investigación». Puesto que el cuidado sin la ciencia «es vano, al igual que la ciencia sin el cuidado es estéril». A lo que añadió: Los dos van juntos, y sólo juntos hacen de la medicina un arte, un arte que implica cabeza y corazón, que combina conocimiento y compasión, profesionalidad y piedad, competencia y empatía.
El Papa señaló que «las necesidades de los enfermos evolucionan constantemente, por lo que debemos estar preparados para hacer frente a nuevas enfermedades y problemas»
Asimismo, les recordó las muchas personas mayores y a las que están relacionadas con enfermedades raras. Y destacó que además de promover la investigación ayudan a quienes no tienen medios económicos para pagar su educación.
El desafío de la pandemia
Refiriéndose a la pandemia el Papa dijo que «nos ha mostrado la importancia de conectar, colaborar y abordar juntos los problemas comunes»:
«La sanidad, en particular la católica, necesita y necesitará cada vez más esto, estar en red. Ya no es tiempo de seguir el propio carisma de forma aislada. La caridad exige un don: hay que compartir el conocimiento, la experiencia, la ciencia»
El Papa aclaró que cuando dice «ciencia», no se refiere sólo los productos de la ciencia, que, si se ofrecen solos, se quedan «en meras tiritas, capaces de taponar la herida, pero no de curarla en profundidad».
«Esto se aplica a las vacunas, dijo, por ejemplo: hay una necesidad urgente de ayudar a los países que tienen menos, pero esto debe hacerse con planes de largo alcance, no sólo motivados por la prisa de las naciones ricas por ser más seguras»
«Los remedios deben distribuirse con dignidad, no como lamentables dádivas. Para hacer un bien real, necesitamos promover la ciencia y su aplicación integral: entender los contextos, enraizar los tratamientos, hacer crecer la cultura de la salud. No es fácil, es una verdadera misión, y espero que la sanidad católica sea cada vez más activa en este sentido, como expresión de una Iglesia extrovertida y abierta»