(Asia News/InfoCatólica) Tras las elecciones, y como estaba previsto, ninguno de los bloques parece capaz de asegurarse una clara mayoría en el Parlamento y nombrar por sí solo al próximo primer ministro que debe formar el nuevo ejecutivo.
Bien lejos del Sadrist Movement, que seguirá desempeñando un papel de liderazgo, se encuentra el bloque encabezado por el ex primer ministro Nouri al-Maliki, que compite por el segundo puesto con la facción sunita cuyo principal representante es el presidente del Parlamento Mohammed al-Halbousi. Este último cuenta con 38 diputados, mientras que la coalición State of Law de al-Maliki tiene 37, en un panorama político dominado por los movimientos chiítas desde la invasión estadounidense de 2003, que condujo a la caída de Saddam Hussein.
Poca participación
Pese a las convocatorias de los líderes religiosos, desde el primado caldeo hasta el gran ayatolá al-Sistani, el nivel de participación fue menor que en las elecciones de 2018 y el número de votantes se redujo a un modesto 41%, confirmando la desilusión generalizada de la población, sobre todo entre los jóvenes. El aspecto positivo es que el proceso electoral se desarrollo con normalidad y no se registraron incidentes particulares, a la espera de posibles denuncias de fraude. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, felicitó al pueblo iraquí «por la manera en que se vivieron las elecciones», al tiempo que llamó a la calma a la espera de los resultados definitivos y la formación del gobierno «en un clima de paz, seguridad y tranquilidad».
En base a los datos de varias provincias y del distrito electoral de Bagdad, el movimiento de Al Sadr ha ganado más de 73 de los 329 escaños del Parlamento, superando los 54 de las elecciones de 2018. Su líder Moqtada - enemigo jurado de EE. UU., pero también distante de Teherán - se atribuyó la victoria y prometió un gobierno nacionalista y patriótico libre de injerencias extranjeras.
«Pedimos a todas las embajadas -agregó- que no interfieran en los asuntos internos de Irak» y especificó que las celebraciones en las calles se harán «sin armas». Se espera que los partidos kurdos obtengan un total de 61 escaños, 32 de los cuales corresponden al Partido Democrático del Kurdistán, que gobierna la región autónoma en el norte (15 para la opositora Unión Patriótica del Kurdistán).
En cuanto al voto cristiano, cuatro de los cinco escaños reservados para los cristianos deberían ir al «Movimiento Babilonia», sobre los nueve que tienen las minorías. El quinto, que corresponde al distrito electoral de Erbil, debería estar destinado al candidato independiente Farouk Hanna Atto. Algunos observadores consideran que se trata de un resultado sorprendente que podría alimentar la polémica y las acusaciones de manipulación política en relación con los escaños reservados a las minorías. El movimiento es en realidad la emanación política de las «Brigadas Babilonia», cristianas en los papeles y encabezadas por Ryan «el Caldeo», pero que de hecho están estrechamente vinculadas a las milicias chiítas pro iraníes protagonistas de la lucha contra el Estado Islámico (SI, ex Isis). En efecto, se sospecha que hay una convergencia de votos y electores chiítas sobre candidatos cristianos, para asegurar la victoria de las personalidades «preferidas».