(ACN/InfoCatólica) Heine-Geldem recuerda que «durante el gobierno del anterior Emirato de Afganistán (1996 a 2001), los talibanes impusieron una versión estricta de la sharia en todo el país. Podemos esperar que el islam suní sea la religión oficial, que se reimponga la sharia y que se revoquen las libertades de derechos humanos, incluida la libertad religiosa, que tanto ha costado conseguir en los últimos 20 años».
ACN ya predijo el deterioro de la situación en su reciente Informe sobre Libertad Religiosa, publicado en abril de 2021. A lo largo de los 22 años de historia de este informe, Afganistán siempre ha estado entre los países que más violan este derecho fundamental. Especialmente en los últimos tres años, el informe destaca repetidos y atroces ataques contra lugares de culto, líderes religiosos y fieles.
Nuestro análisis, por desgracia, no deja mucho espacio para la esperanza. Todos los que no abrazan las opiniones islamistas extremas de los talibanes están en peligro, incluso los suníes moderados. Los chiíes (10%), la pequeña comunidad cristiana y todas las demás minorías religiosas, ya amenazadas, sufrirán una opresión aún mayor. Se trata de un enorme retroceso para todos los derechos humanos y, especialmente, para la libertad religiosa en el país.
Talibanes refuerzan a grupos extremistas
Lamentablemente, varios países no han tardado en declarar sus simpatías por el nuevo Emirato. Esto no sólo legitimará a los talibanes, sino que envalentonará a los regímenes autoritarios de todo el mundo, especialmente en la región, estimulando las crecientes violaciones de las libertades religiosas en sus propios países. El reconocimiento internacional de los talibanes también actuará como un imán para los grupos islámicos radicales más pequeños, creando una nueva constelación de facciones terroristas que podría suplantar formaciones históricas como Al-Qaeda y el Estado Islamico. Entre otras areas, nos preocupan Pakistán, Palestina y la provincia de Idlib en Siria. La situación de los cristianos y otras comunidades religiosas minoritarias que ya sufren discriminacion en estos lugares se deteriorará aún más.
El contenido de las conversaciones entre los talibanes y Occidente, y entre los talibanes y el gobierno afgano, que se están llevando a cabo en Doha desde 2020, sigue siendo relativamente secreto. Por ello no podemos hacer una valoración más precisa de lo que supondrán los acuerdos alcanzados para los afganos que no comulgan con las ideas islamistas extremas de los talibanes.
Sigue habiendo un sinfín de espinosas cuestiones diplomáticas. La inesperada y voluntaria huida del poder del presidente Ashraf Ghani crea dificultades éticas y morales para Occidente, ya que los países que participan en las conversaciones con los talibanes anunciaron hace semanas que nunca reconocerían un régimen que ha tomado el poder por la fuerza. ¿Habrá una respuesta de los talibanes a cualquier reclamación de derechos humanos sin existir canales formales? El hecho de que la mayoría de las embajadas occidentales estén cerrando y los observadores internacionales se vayan, como hicieron en Siria en 2011, no es un buen augurio.
ACN anima a la comunidad internacional a alzar la voz en la protección de los derechos humanos de todos los ciudadanos de Afganistán, especialmente teniendo en cuenta que estimamos que la libertad religiosa estará especialmente amenazada. También hacemos un llamamiento a nuestros benefactores para que continúen rezando durante este momento profundamente preocupante en la historia de Afganistán».
Más del 99,86% de la población es musulmana; el grupo más numeroso es el de los suníes. 10% son chiíes. Entre el 0,14% pertenecientes a otras religiones hay un número relativamente parecido de hindúes, ba’hais, budistas y cristianos. Solo hay 200 católicos registrados en el país.