(Asia news/InfoCatólica) En este texto escrito para AsiaNews, Meena Barwa reflexiona sobre el legado de esa tragedia.
Vivo una vida normal y feliz, porque el vínculo que tengo con Jesús mi maestro es fuerte. Gracias al perdón incondicional y al amor que experimento, yo también hago lo mismo y estoy libre de resentimientos. No soy perfecta, soy una persona frágil, pero comprendo que debo trabajar en ello.
Durante el tiempo de confinamiento completé la lectura de la Biblia. Comprendí que la Palabra de Dios también habla de mí. Allí encuentro frases como «su misericordia es eterna, su fidelidad permanece de generación en generación» (salmo 99.5), «volverás a consolarme» (salmo 70.21), «nos libró de nuestros enemigos» (salmo 135.24). Estos son solo algunos ejemplos de en qué medida estas palabras de Dios son verdaderas para mí, están vivas y activas dándome fuerza.
De una cosa estoy segura: el sufrimiento desafía nuestra vida no para destruirnos sino para hacernos crecer. Nos hace pacientes, confiados, valientes y comprensivos. Es una manera de purificarnos y santificarnos. Y es precisamente así como el sufrimiento de Jesús tiene sentido y también da sentido a nuestro sufrimiento. Nuestra existencia conoce esas dos caras: debemos aceptarlas con un corazón agradecido.
En momentos en que recordamos los 13 años de lucha por la paz, la justicia y la igualdad, por vivir con dignidad y respeto, recuerdo a los mártires de Kandhamal y les rindo homenaje. Mi pensamiento y apoyo se dirigen a los hermanos y hermanas que han sufrido y siguen sufriendo hoy. Tengo siempre presente a los que arriesgaron sus vidas para ayudar a la gente del distrito de Kandhamal, poner las cosas en orden y mejorar sus vidas. Agradezco a todos los ángeles que me ayudaron a aceptar mi vida para ser feliz y soñar con una sociedad mejor.
Los desafíos llegan para hacernos descubrir nuestro potencial. La gente de Kandhamal ha sufrido mucho, pero han depositado su confianza en el Señor. El sufrimiento en sí mismo es una gracia, yo lo veo como un desafío para superarlo. La actitud de la comunidad cristiana con respecto a lo que ocurrió en el distrito de Kandhamal en 2008 no es negativa. Tienen confianza y una fe profunda. La tragedia los hizo más fuertes. Me vienen a la mente las palabras de San Pablo: «¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?». Bien, eso es lo que está viviendo la gente de Kandhamal.
Estoy agradecida por mi vida, por mi fuerza, por saber que tengo una tarea. Y todo eso es un regalo de Dios, Él es mi fuerza y me ha dado la fuerza para servir a los demás.
En 2019 me licencié en Derecho y hoy soy miembro del Colegio de Abogados de Orissa. En mi caso, tres personas fueron condenadas y todas las demás están en libertad bajo fianza. Para mí, buscar y practicar la justicia es detener el crimen Como decía Pablo VI: si quieres la paz en el mundo, trabaja por la justicia. Deberíamos reflexionar sobre eso.