(AsiaNews/InfoCatólica) La reciente ordenación de 8 sacerdotes jesuitas en Yogyakarta es la más grande de los últimos años en la provincia de Indonesia, lo cual es una gran noticia, puesto que en la diócesis de Ketapang aún se encuentran muchos indígenas dayaks, por lo que la labor es realmente importante.
La ordenación se llevó a cabo el 19 de agosto por el arzobispo de Semerang, Robertus Rubiyatmoko, en la iglesia de San Antonio de Padua, provincia de Java Central. Los sacerdotes ordenados provienen de varias diócesis del país: Banjarmasin en Kalimatan del Sur, Pangkalpinang y Lampung en la isla de Sumatra, Yakarta y la arquidiócesis de Semarang.
Durante la homilía de la ceremonia, el arzobispo se dirigió a los nuevos sacerdotes recordándoles: «Cada uno de ustedes está llamado a ser un hombre de Iglesia, un hombre de oración y un hombre de evangelización».
El padre Benedictus Hari Juliawan, superior de Provindo, agregó: «Como jesuitas y hombres llamados a una misión sagrada, se espera que cada uno de ustedes muestre un corazón alegre y el espíritu para llevar a cabo su tarea dondequiera que sean enviados».
Luego, el padre Juliawan asignó una nueva tarea pastoral al padre Philipus Bagus Widyawan, de la parroquia de Santa María Bayat, en Klaten. El sacerdote irá a la la parroquia de St. Martin's en Balai Berkuak, una localidad remota en la diócesis de Ketapang, provincia de Kalimantan Occidental, como primer jesuita que se convierte en párroco en la diócesis de Ketapang, para prestar especial atención al pueblo de Botong, que podría convertirse en una nueva parroquia.
Desde la introducción del cristianismo en el país en 1910, gracias a los misioneros laicos de Shantou (originarios de la China continental), la diócesis de Ketapang ha permanecido constantemente aislada debido al mal estado de sus carreteras y al deficiente servicio eléctrico, por ende, también de las comunicaciones. Viajar de Ketapang a Balai Berkuak demora de 7 a 8 horas en automóvil. Y para llegar hasta Botong, se necesitan 3 o 4 horas más.
Simon Yogatomo, secretario de la diócesis de Ketapang, informó a AsiaNews: «Los que van a Botong deben tener una fuerte motivación y gran valor, tanto durante el viaje hacia el interior como para cruzar el río»
Markus Mardius, un nativo Dayak de Ketapang, agregó: «Hay que llevar 2-3 contenedores de gasolina durante el viaje porque no hay ninguna gasolinera».
Debido a esta lejanía y complicación de transporte, ir a la escuela en las ciudades muchas veces supone un gran problema para los indígenas dayaks, por lo que se ven obligados a abandonar sus aldeas. En estas zonas alejadas, los Hermanos de María Inmaculada, las religiosas agustinas y los sacerdotes jesuitas se dedican al campo de la educación con el fin de que los indígenas puedan acceder a esta sin necesidad de irse de Kalimantan Occidental.