(Aica/InfoCatólica) «Se va acelerando el tiempo de las elecciones», advirtió el prelado y expresó que las mismas «son como el festival de la casta política, porque para ellos es importantísimo, no porque piensen cuál es el servicio que nos van a brindar, sino porque hay que conseguir un lugar en las listas».
Tras considerar que es un mal ejemplo que los legisladores se aumentaran el sueldo un 40% lamentó que tengamos que «votar una lista de gente que no conocemos» y reconoció que siempre ha sido así. «Podemos conocer quizás a uno, dos o tres pero a la mayoría no los conocemos y tenemos que votarlos. A mí me parece que aquí hay una falla, hay algo que no funciona y nos hemos acostumbrado, los políticos nos han acostumbrado, a este sistema donde votamos cada dos años y para ellos lo importante es conseguir un lugar en las listas, pero las cosas no mejoran en el país sino que, al contrario, van empeorando».
«El voto es obligatorio y tenemos que ir a votar obligatoriamente a esas listas de gente que no conocemos. Por eso digo que aquí hay algo que no funciona: o nos dan a conocer mejor las cosas, o tenemos alguna participación en la confección de las listas o bien no nos obliguen a votar y que vaya la gente que quiera. Me parece que eso ayudaría a que hubiera mayor responsabilidad respecto del bien común, de la suerte de la Nación, porque si no, este ejercicio electoral está como tragándose lo que es la dimensión política de una sociedad», señaló monseñor Aguer.
«La democracia no es solamente ir a elecciones, que tienen ciertamente un papel importante en el sistema democrático, pero si esas elecciones repetidas van a hacer añicos la tradición republicana -como vemos que a veces ocurre- donde se critica a los jueces, a la Corte Suprema, y no se salva nadie. Pero ¿y ellos? Es la casta política la que decide qué hay que hacer, qué hay que decir y quiénes sí y quiénes no. Eso no puede ser», insistió.
Por otra parte, consideró que la participación «tendría que ser también mucho más clara. Tendría que hacerse notar yendo a votar o no yendo a votar. Es obligatorio y si no voy me ponen una multa. Y si hubiera una multa pagaré la multa. Pero hay que hacer notar que esto así no puede seguir, y lo digo con el mayor espíritu de respeto por todos porque no quiero generalizar, porque la función política es algo muy noble y para un cristiano es algo que tiene que ver con la dimensión cristiana de la vida y con la santidad. Y los políticos tendrían que enterarse de esto».
País ateo
«Estamos en un país laico, dicen, pero en realidad estamos en un país ateo, y el gobierno está aplicando cosas que son típicas del ateísmo, donde parece que la religión no tiene nada que ver con la vida social. El Concilio Vaticano II decía algo muy distinto, pues explicaba que ante cada situación el cristiano tiene un papel y que la vida social no puede prescindir de la dimensión religiosa. Hay, sin duda, una fuerte raigambre religiosa en el pueblo argentino pero eso es taponado por la política».
Y concluyó proponiendo pensar «qué podemos hacer para que esto cambie, como les dije, haciendo u omitiendo, porque no podemos dejar que la cosa siga así».