(Famille Chretienne/InfoCatólica) Cinco años después de la tragedia, se arroja nueva luz sobre el asesinato del padre Jacques Hamel, degollado por terroristas en su iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray el 26 de julio de 2016, mientras celebraba la misa.
Este miércoles 7 de julio, La Vie desvela una información exclusiva que traza el fatídico camino de los asesinos, que no tenían nada de «lobos solitarios» como algunos han especulado en ocasiones. Estas revelaciones proceden en gran medida del análisis del expediente de investigación, «dirigido por la muy exigente jueza antiterrorista Emmanuelle Robinson», dice La Vie, pero también de los intercambios con miembros de la policía y de los servicios de inteligencia.
Según la revista Famille Chretienne, la investigación revela que el atentado fue cuidadosamente orquestado en las semanas previas. Los dos asesinos, que entonces tenían 19 años, Adel Kermiche y Abdel-Malik Petitjean, habrían actuado bajo la dirección de Rachid Kassim, que les daba órdenes desde Siria. Un hombre que ya fue localizado por la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI, el servicio policial antiterrorista), encargada de localizar a los jóvenes radicalizados en el territorio francés. Intercambió numerosos mensajes con los asesinos del padre Hamel, algunos de los cuales han sido revelados por La Vie. En el juicio, que tendrá lugar del 14 de febrero al 11 de marzo de 2022 en París, no estará presente ninguno de los tres hombres, ya que los dos asesinos fueron abatidos mientras se abalanzaban sobre los policías con cuchillos, y a Rachid Kassim se le da por muerto desde julio de 2017.
El objetivo del atentado también fue una elección deliberada: había que atacar una iglesia. Varios mensajes entre los terroristas, interceptados por los servicios de inteligencia, demuestran que previamente se habían propuesto otras pistas: club nocturno, sinagoga... Estos escalofriantes intercambios, de los que La Vie publica extractos, están escritos en una mezcla de francés y árabe que ha requerido un intenso trabajo de reconstrucción e interpretación, sobre todo por los cambiantes seudónimos. Adel Kermiche, por ejemplo, escribe a un contacto el 19 de julio de 2016, una semana antes del atentado: «Coges un cuchillo, vas a una iglesia, te lanzas al ataque, incluso cortas dos o tres cabezas, y ya está». Fue el servicio policial antiterrorista de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) el que pudo recuperar y analizar estos intercambios.
Dibujando un breve retrato de los principales implicados en el atentado, La Vie revela también las «disfunciones sistémicas» y los errores de juicio que condujeron inexorablemente a la tragedia. «Este atentado podría haberse evitado completamente», se lamenta el Sr. Mouhou, presentado por La Vie como «incansable defensor de las víctimas del terrorismo y fino conocedor de los misterios del islamismo». Lamenta los «errores de apreciación que fueron fatales».
Entre estos errores, la liberación de uno de los dos asesinos en marzo de 2016, cuatro meses antes de la tragedia. Puesto en prisión preventiva tras haber cometido varios intentos de unirse a la yihad en Siria, Adel Kermiche fue puesto en libertad al asegurar que había «tomado conciencia de sus errores». Elementos muy convincentes detallados en la investigación de La Vie muestran que en realidad estaba jugando una fina estrategia de ocultación para preparar su crimen.