(CNA/InfoCatólica) En medio de la ola de crímenes que azota Reynosa, México, el obispo de Matamoros ha gritado «no más violencia» e instó a los pandilleros del crimen a que se conviertan.
Reynosa está situada en el extremo este de la frontera de Estados Unidos con México y es parte de la diócesis de Matamoros.
En una misa vespertina del 23 de junio, ofrecida especialmente por las víctimas de un tiroteo masivo reciente y por sus familias, así como por la paz en la región fronteriza, el obispo Eugenio Lira Rugarcía dijo que «ahora muchas familias de Reynosa acompañadas de amigos, vecinos y compañeros están enterrando a sus seres queridos con gran dolor».
«¡Reynosa ha perdido a varios de sus hijos únicos! Único, porque todos y cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles», recalcó.
«¿Y quién nos ha quitado esos hijos, hermanos, padres, amigos, vecinos y compañeros, únicos e irrepetibles? Violencia egoísta e inhumana», continuó.
El 19 de junio, una pandilla armada que pudo haber estado vinculada al narcotráfico asesinó a 15 civiles al azar, en tiroteos contra taxistas, una enfermera, comerciantes e incluso adultos mayores en Reynosa.
Cuatro personas presuntamente relacionadas con la banda criminal también murieron luego de un enfrentamiento con las autoridades locales.
El sitio web mexicano Animal Político informó el 23 de junio que hubo nuevos tiroteos y víctimas en Reynosa desde el alboroto del 19 de junio.
En declaraciones a W Radio, Irving Barrios Mojica, fiscal general del estado de Tamaulipas —que incluye a Reynosa y Matamoros— dijo que la creciente hipótesis es que la violencia surge de una alianza de dos facciones para quitarle territorio a una tercera facción.
«En esta zona, en este territorio, está el puente de Pharr, uno de los puentes internacionales más importantes del estado de Tamaulipas y del país», dijo Barrios, en posible alusión al mercado ilegal de drogas de Estados Unidos.
Monseñor Lira lamentó en su homilía del 23 de junio, «cuánto daño, cuánto dolor y cuánta destrucción causamos cuando, encerrados en nosotros mismos, nos dejamos engañar por el pecado» y hacemos falsas generalizaciones.
«Luego, deslumbrados por el dinero y el poder, los buscamos desesperadamente, creyendo que no hay nada más, arriesgando la propia vida y pasando por alto la vida, la dignidad y los derechos de los demás», dijo el obispo.
«Aquellos que actúan así, en realidad están muertos. Sus pecados mortales, como dice San Beda, los tienen encerrados en un ataúd», agregó.
Sin embargo, monseñor Lira enfatizó: «Jesús, que nos conduce a la paz de Dios, está aquí. Le apasiona lo que nos pasa. Se acerca a nosotros».
El Señor, continuó, «nos consuela a través de su Palabra, la Liturgia, la Eucaristía, la oración y la gente, haciéndonos ver que con Él la vida no termina».
El obispo de Matamoros señaló que «no todo termina en esta tierra. ¡Hay algo más! Algo infinitamente grande y maravilloso: la vida eterna feliz con Dios. Vida que Jesús nos ha dado con el poder del amor; amar hasta el punto de convertirse en uno de nosotros y dar su vida».
«Gracias a Él, nuestros difuntos, que han llegado a la meta, la casa del Padre, un día volverán a vestirse con su piel y en la carne verán a Dios. ¡Y estaremos con ellos para ser felices por siempre!”