(Agencias/InfoCatólica) La diputada estatal Pam Marsh (demócrata), impulsora de la ley, asegura que este método es «interesante para todos los que buscamos formas reales de replantear nuestra huella ecológica, incluso cuando ya no estamos vivos». Los métodos tradicionales de enterramiento tienen «consecuencias medioambientales», dijo, como el riesgo de contaminación del suelo y del agua por el enterramiento y el calentamiento global por la cremación.
Jodie Buller, miembro de la Alianza para la Conservación de los Entierros, sostiene que «la idea de que la tierra en la que nos convertimos puede servir para alimentar a las plantas es realmente buena para las personas»
El proceso de la llamada reducción orgánica natural descompone el cuerpo en el suelo, tiene una pequeña huella ambiental. Recompose, la primera funeraria de compostaje humano del país lo hace así: un cadáver se coloca en un cilindro con materiales orgánicos, como astillas de madera, plantas y paja, luego se calienta y se gira repetidamente durante varias semanas con un gancho hasta que descomponerse en un suelo rico en nutrientes que puede devolverse a la familia o usarse como abono para el campo.
Washington fue el primer estado en aprobar el compostaje humano.
Enseñanza de la Iglesia
Ante las nuevas practicas tanto de sepultura como de cremación consideradas «en desacuerdo con la fe de la Iglesia», la Congregación para la Doctrina de la Fe redactó en octubre del 2016 la «Instrucción Ad resurgendum cum Christo», en la que recordó que está prohibido esparcir las cenizas de los difuntos y también que sean conservadas en casa. Obviamente esa prohibición se aplica también al compostaje.